por Bergara Altube
Miembro de Hartu-emanak
Los
cambios sociológicos y demográficos, experimentados a lo largo del siglo XX,
han producido una modificación sustancial de lo que es y de lo que representa
el término “personas mayores”. Un término que, tradicionalmente, ha estado
vinculado, exclusivamente, a dos factores: la edad y la situación laboral. Dos
factores que, unidos a la Esperanza de Vida, definía la actividad que estas
personas podían desarrollar y la función que podían tener dentro del conjunto
de la sociedad.
Así,
aquellos “mayores” de la primera mitad del siglo XX, que eran pocos (hasta 1955
la Esperanza de Vida era inferior a la edad de Jubilación), estaban muy
agotados por la dureza del trabajo y tenía muy poca esperanza de vida. Por eso
su actividad se limitaba al descanso, tal vez como preparación para el
“descanso eterno”.
Debido
a la evolución que he citado, los “mayores” de las décadas de los cincuenta,
sesenta, setenta e incluso ochenta, ya eran numéricamente más abundantes, con
mucha mejor salud, mejor situación económica y con una mayor Esperanza de Vida.
Por eso la sociedad vio con buenos ojos que estos “nuevos mayores”, además de
descansar, comenzasen a disfrutar en los Hogares de Jubilados y a viajar a
lugares totalmente desconocidos por ellos. Así, esos “nuevos mayores” asumieron
como actividad propia de su situación: el descanso y el ocio.
Queda
claro que ni a la primera, ni a la segunda generación de mayores, la sociedad
les reconocía lo que podríamos llamar “utilidad social”. No servían “para
nada”. Que descansen, que se diviertan.... y que no molesten. Este parecía ser
el objetivo.
Pero
llega la década de los noventa, con el proceso de desindustrialización, y con
ella las prejubilaciones. Muchas personas, a una edad mucho más temprana de lo
que era habitual, dejan la actividad laboral, y la sociedad, que no ha cambiado
su concepto de “persona mayor”, les sigue ofreciendo como únicas alternativas
el descanso y el ocio
Como
he dicho, esta ”tercera generación de mayores” ha dejado el trabajo a edad más
temprana y su Esperanza de vida llega a cotas nunca alcanzadas. Son los
“mayores del siglo XXI” que, como los anteriores, también tienen derecho a
descanso y ocio, pero una sociedad moderna y democrática, y actualmente en una
profunda crisis económica y de valores, no se puede permitir el lujo de
desaprovechar, socialmente, a todo este colectivo de “personas mayores”.
En
este umbral del siglo XXI, es imprescindible que todos: Instituciones Públicas,
responsables políticos y las propias “personas mayores”, trabajemos para hacer
realidad el concepto de Envejecimiento Activo, de tal forma que resulte saludable
para la persona que envejece y rentable para la sociedad en la que envejece.
Y esto se consigue,
básicamente, RECIBIENDO de la
sociedad los recursos necesarios para estar bien física, mental y socialmente,
sin ninguna discriminación por razón de edad, y DANDO a la sociedad según las capacidades que tenemos las personas
mayores: conocimiento, experiencia, tiempo, paciencia....haciendo posible, así,
lo que se conoce como “Envejecimiento Socialmente Productivo”.
Estoy muy de acuerdo con estos comentarios sobre “Envejecimiento Socialmente Productivo”.
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