domingo, 22 de febrero de 2015

Nuevas formas de medir el envejecimiento



Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Ministerio de Economia y Competitividad

Introducción
El envejecimiento de la población es uno de los fenómenos sociales más importante de este siglo XXI. Los grandes capítulos de gasto público están asociados de alguna forma a la edad, por lo que éstos están afectados por el cambio en las estructuras de edad, y en concreto por el aumento del número y proporción de personas mayores.  La demografía del envejecimiento se centra en este grupo de población, las personas mayores (los viejos), y en el proceso de cambio de las estructuras demográficas, el envejecimiento.
Al hablar de personas mayores (los viejos) consideramos que existe un concepto de vejez claro y que es posible definir una medida útil para decidir cuándo una persona es mayor, o una cohorte es vieja. Esto significa el establecimiento de un UMBRAL a partir del cual se clasifica a una persona como mayor. Pero este umbral es controvertido.
Demógrafos, sociólogos, economistas y políticos tratan de buscar fórmulas para definir ese umbral y por consiguiente la relación existente entre las personas que lo superan y el resto de la población. El envejecimiento no es otra cosa sino el aumento de la importancia del grupo de mayores en esa relación.
La medición del envejecimiento tiene un uso potencialmente extraordinario en el ámbito económico y sanitario. Tradicionalmente el envejecimiento se ha calculado por los cambios en la proporción del conjunto de personas definidas como mayores respecto al total de la población. El umbral arbitrario pero aceptado ahora (y que cambiará en el futuro), para formar parte de ese conjunto es los 65 años. Ese umbral también permite relacionar al conjunto de mayores con el de personas potencialmente activas, por ejemplo las de 20-64 años, y calcular ratios de dependencia demográfica.
Porcentaje de personas mayores y ratio de dependencia han copado las mediciones del envejecimiento. Las proyecciones de población avisan de que el proceso de envejecimiento se va a acelerar y las ratios de dependencia van a empeorar al aumentar notablemente las personas mayores respecto a los activos potenciales. Esta situación es un caldo de cultivo para pesimismos, alarmas, intentos de reforma en los sistemas de protección social (gasto público) y para un debate permanente.
Algunos autores proponen otras formas de medir la vejez, el envejecimiento y la dependencia demográfica. Podíamos hablar de mediciones optimistas que pretenden quitar hierro al problema del envejecimiento. No hay razón para exagerar los desafíos del envejecimiento, si éste se mide de otras formas. En este post y en los siguientes vamos a presentar diferentes mediciones del envejecimiento.
Edad subjetiva. Edad a la que la gente cree que se puede decir de alguien que es una “persona mayor”
La forma de medir el envejecimiento más popular, pero de menor trascendencia académica, económica y financiera, es a través de lo que declara la población sobre la vejez. El Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas de mayo de 2009 (estudio 2801) permite conocer la opinión de la gente sobre a qué edad se considera a una persona como mayor o de la tercera edad. La forma en que se construye esa opinión está condicionada por diferentes circunstancias personales, familiares y sociales que vive el entrevistado; también puede estar mediatizada por la referencia al umbral de los 65 años que ha sido ampliamente difundida por los medios de comunicación. Algunas conclusiones pueden extraerse de esta encuesta:
a) La edad media declarada o “umbral” de la vejez en opinión de la gente se sitúa actualmente en los 68,0 años y es por tanto más alto que la referencia habitual de 65 años.
b) El umbral se desplaza hacia edades superiores según avanza la edad del entrevistado, de forma que los jóvenes suelen ver a los mayores como viejos a edades más tempranas (Figura 1).
c) Las mujeres, cuya esperanza de vida al nacer es superior a la de los varones en casi seis años, retrasan el inicio de la vejez con respecto a los varones.
d) Las personas con más estudios creen que una persona es mayor a edades más tardías que lo que declaran las personas con menos estudios.
Si aceptásemos esta edad media declarada, el número de personas mayores, su porcentaje respecto al total de la población, y su ratio de dependencia demográfica variarían sobre las referencias habituales. Habría 1,4 millones de personas mayores menos; el porcentaje respecto a la población total bajaría más de tres puntos, y la ratio de dependencia demográfica pasaría de 29 mayores por cada cien personas en edad laboral (20-64 años) a sólo 24 (Tabla 1).