domingo, 17 de abril de 2016

El proyecto de vida en el adulto mayor



Elena Jiménez Betancourt
Licenciada en Psicología.
Máster en Longevidad satisfactoria.
Instructora Policlinico docente “José Martí”

Un gran error generalizado con el que viven muchas personas, entre ellas muchos ancianos, es el prejuicio de creer que la vejez es un período necesario y fatalmente de declinación, deterioro y caos en todos los sentidos. Los resultados de las investigaciones actuales en el campo de la gerontología han demostrado lo incierto y falso de esta idea.
Se ha evidenciado que las características de la tercera edad o vejez dependen mucho de las típicas de la personalidad de cada cual, de las condiciones del ambiente y del modo de vida que se lleve, y no tanto de la edad, si se mantiene el individuo sano.
El desarrollo de la personalidad hasta alcanzar la madurez y en consecuencia altos niveles de salud y bienestar, deviene un complejo proceso a lo largo de todo el ciclo vital de una persona, en que la formación y consolidación de los procesos autorreguladores se convierte en un importante indicador. Entre los procesos de autorregulación, uno de los más importantes es la capacidad de elaborar proyectos de vida, saber lo que se quiere y entonces ser capaces de poner la brújula en dirección para conseguirlos.
Según D ́ Angelo (1995), el proyecto de vida es un subsistema psicológico principal de la persona en sus dimensiones esenciales, o sea, un modelo ideal sobre lo que el individuo espera o quiere ser y hacer, que adquiere forma concreta en la disposición real y sus posibilidades internas y externas de lograrlo, definiendo su relación hacia el mundo o hacia sí mismo, su razón de ser como individuo en un contexto y tipo de sociedad determinada.
El proyecto de vida es la estructura que expresa la apertura de la persona hacia el dominio del futuro, en sus direcciones fundamentales y en las áreas críticas que requieren decisiones vitales. De esta manera, la configuración, el contenido y la dirección del proyecto de vida, por su naturaleza, origen y destino están vinculados con la situación social del individuo, tanto en su expresión actual como en la perspectiva anticipada de los acontecimientos futuros, abiertos a la definición de su lugar y las tareas en una sociedad dada.
Precisar la existencia de proyectos de vida o no en el adulto mayor, su orientación y determinantes en la elaboración o no de estos, justificó la ejecución del presente estudio preliminar para poder trazar estrategias de intervención con esta parte de la población en constante aumento, teniendo en cuenta la importancia de establecer y concretar proyectos de vida en esta etapa del desarrollo, pues conduce a una mejor calidad de vida y, con ello, al disfrute de una longevidad satisfactoria.
Se realizó un estudio descriptivo que incluyó a 307 adultos mayores (…), con vista a indagar sobre la presencia de proyectos de vida o no, su orientación en los ancianos que los habían construido y los factores determinantes en la construcción o no de esas aspiraciones.
Del total de adultos mayores estudiados, 253 no tenían constituido su proyecto de vida (82,4 %). Solo 17,6 % lo había estructurado, con predominio del sexo masculino (57,4 %).
De los 54 adultos mayores que tenían estructurado su proyecto de vida, 50 lo orientaban hacia la realización de actividades laborales, 49 hacia el estudio y 45 hacia la participación en actividades recreativo-culturales, sin diferencias significativas entre un sexo y otro.
En los 253 adultos mayores que no tenían estructurado su proyecto de vida, se identificaron como determinantes los aspectos socioculturales en 243 y familiares en 205, sin valores significativos entre hombres y mujeres.
Discusión
El proyecto de vida implica las relaciones entre todas las actividades sociales de los individuos (trabajo, profesión, familia, tiempo libre, actividad cultural y sociopolítica, relaciones interpersonales de amistad y amorosas, organizacionales o de otra índole).
En nuestra casuística, los adultos mayores orientaban su proyecto de vida hacia la realización de actividades laborales, así como recreativo-cultural es, y hacia el estudio; pero al igual que lo hallado por otros investigadores, más de la mitad de ellos no lo habían estructurado.
La problemática del adulto mayor y los factores relacionados con este período de la vida, son objeto de estudio con mayor amplitud en los últimos años. Esto obedece fundamentalmente a la preocupación cada vez más creciente en las sociedades contemporáneas por las personas mayores de 60 años, por cuanto representan el grupo etario que más rápidamente crece en el mundo.
Si el anciano o la anciana asume una vida activa, dinámica, animosa, impulsada por motivos que le den sentido a su existencia; si realiza actividades interesantes y atractivas y mantiene un nivel de participación social animosa, es decir, si logra estructurar y concretar sus proyectos de vida, es posible lograr la maravilla —comprobado por la ciencia— de un rejuvenecimiento y conseguir “atrasar” el reloj biológico en 10 a 15 años.
La conceptualización de los proyectos de vida supone el análisis de los procesos funcionales de la personalidad en la proyección de contenido de sus direcciones específicas y flexibles, conformadoras de la propia realidad individual social y la consideración de la adecuación mutua de los procesos y relaciones de la sociedad para su consecución como proyecto vital autorrealizador.
Ahora bien, la mujer y el hombre mayores se encuentran jubilados de su actividad laboral, han sido y son personas muy activas, y en muchas ocasiones desarrollan numerosas actividades en su comunidad o centros de trabajo de procedencia, entre otras tareas; en fin, han sido los protagonistas y hacedores de nuestra sociedad, les interesa continuar en grupos sociales de personas de su misma edad o coetáneos, así como en actividades sociales útiles. Como cualquier etapa de la vida, tiene diversos intereses.
El proyecto de vida es, en gran medida, el fruto de la experiencia anterior de la persona, volcada en la actualidad y el devenir. Por eso, los proyectos de vida serán legítimos y efectivos si en ellos se revelan las propias potencialidades del individuo, si estas vinculan y dan continuidad a lo que fue, lo que realmente es, y las posibilidades de lo que llegará a ser.
Con respecto a los factores determinantes en la construcción de proyectos de vida en los adultos mayores, se reflejaron sus características de personalidad y el medio social. Es de todos conocido que la personalidad regula la actividad de cada persona y que diferentes subsistemas intervienen en este proceso.
La capacidad de tomar decisiones y ejecutar acciones por sí mismo(a); adoptar estas determinaciones sin vacilar y llevarlas a cabo con constancia, así como ser capaz de dominar su propia conducta –vencer obstáculos internos–, resultan imprescindibles para enfrentar con éxito las dificultades externa, puesto que son componentes importantes de la voluntad, que participan en la regulación de la actividad.
Si a ello se suma el hecho de tenerse confianza y respetarse, de sentirse competente para vivir y merecer la felicidad, entonces puede decirse que se cuenta con una poderosa fuerza al servicio de la vida.
En el proceso de desarrollo de la personalidad se ejercen sobre el individuo múltiples influencias educativas, que van desde aquellas que recibe en su medio familiar y en su grupo de coetáneos, hasta las que corresponden a la escuela y posteriormente al medio laboral; además de aquellas provenientes de los medios masivos de comunicación y otros factores macrosociales. Estas influencias formales e informales son, en buena medida, responsables del nivel de regulación y autorregulación que alcanza la personalidad, aun cuando este proceso acontece de manera individualizada y particular en cada sujeto.
Con referencia a los determinantes en la no construcción de proyectos de vida en el adulto mayor, se relacionan determinados aspectos socioculturales y familiares. Lo sociocultural es indispensable en cualquier análisis, pero en el caso de la tercera edad reviste una importancia capital por encontrarse muy marcada por prejuicios, por la cultura donde se viva y por la situación social, económica y familiar imperante. (…)
A modo de conclusión puede decirse que no es común encontrar en los ancianos, al menos en la mayoría, un proyecto de vida definido y previamente pensado para todo aquello que habían siempre deseado hacer para cuando llegaran o rebasaran la sexta década de la existencia, de modo que valdría la pena ir formando esa conciencia en ellos, porque aspirar a la consecución de algo es volver a vivir.

domingo, 3 de abril de 2016

La imagen de los mayores



Por Luis Melero Marcos[i]
Modificaciones de los estereotipos sobre los mayores
Uno de los estereotipos mas extendido es el de que las personas mayores constituyen un grupo homogéneo. Sin embargo, la ciencia muestra que la heterogeneidad y diversidad es mayor que en otros grupos de edad. Se puede afirmar, con Vega y Bueno (1995), que la vejez es una etapa en la que la variabilidad interindividual alcanza su punto máximo.
Esta realidad, forma así mismo, parte de problema, puesto que, debido a que la diversidad y variabilidad son tan grandes entre las personas mayores y a lo largo del proceso de envejecimiento, siempre es posible encontrar a alguna persona mayor a la que se le pueda aplicar alguna de las creencias erróneas que existen sobre ellas. Es decir, siempre encontraremos algún caso que confirme dicha regla, por muy equivocada que ésta sea. Si como señala Butler (1989), se tiene la imagen de que las personas mayores han perdido las facultades mentales y son débiles física y psicológicamente, esto indica la existencia de una confusión entre el proceso normal de envejecimiento y el envejecimiento patológico de algunos sujetos.
El problema que subyace, a lo anteriormente afirmado, es que algunos de los grupos de población que mantienen estereotipos hacia los mayores, son precisamente aquellos de los que dependen los cuidados y atenciones a nivel profesional. Según Carmel, Cwikel y Galinsky (1992), los futuros cuidadores profesionales, incluidos los estudiantes de enfermería, muestran muy poco interés en trabajar con mayores y mantienen actitudes negativas hacia éstos. En una investigación realizada por Ward, Duquin y Streetman (1998) con estudiantes de distintas profesiones relacionadas con la salud, se comprobó que estos estudiantes tenían una imagen de los mayores como poco activos, productivos y poco saludables.
Además, ante una situación de contacto físico, como es un masaje, mostraron cierto miedo hacia ellos en temas relacionados con la sexualidad y fragilidad física de éstos. Otros autores, como Leer (1980), Kite y Johnson (1988), Netz y Ben-Sira (1993), y O´Hanlon, Camp y Osofsky (1993), confirman esta imagen negativa para los adolescente y jóvenes de los mayores.
Kart (1990), identificó los diez estereotipos negativos mas frecuentes en la sociedad norteamericana, en ellos se socia a las personas mayores con: senilidad, aislamiento familiar, mala salud, ser víctimas de crímenes, la pobreza, la carga social para el sistema sanitario y social, la escasa productividad, la jubilación debido a la mala salud, el desinterés por las relaciones sexuales y la vida en una residencia. Esta visión negativa de los mayores, no solo la tienen otros grupos de edad, sino que ocasiones es compartida por los propios mayores. Triadó y Villar (1997), analizaron la percepción del envejecimiento a partir de una amplia muestra de personas mayores de 65 años. Sus resultados mostraron que las personas mayores percibían el envejecimiento a nivel físico, psicológico y social en términos de declive.
Aunque no todas las investigaciones realizadas confirman estos datos, la mayor parte de los autores han concluido que la imagen de los mayores, para adolescentes y jóvenes es, en general negativa y poco competente.


[i] Luís Melero Marcos es Doctor en Psicología por la Universidad de Salamanca y ejerce en ese centro como Profesor titular de Psicología Evolutiva y de la Educación y como Subdirector del Máster Universitario en Gerontología. Ha publicado numerosos estudios sobre vejez, adaptaciones curriculares y depresión, y es vicedecano del Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla y León. E-mail: meleromar@terra.es