Por Ismael Arnaiz Markaida
Miembro de Hartu-emanak
Cada vez somos más los que formamos parte de ese
colectivo conocido como “los mayores”, y ante esta realidad es inevitable
hacernos varias pregunta: ¿qué es ser mayor en la sociedad actual? ¿Somos un
colectivo homogéneo, con iguales necesidades y capacidades? ¿Los “mayores” del
siglo XXI, somos iguales que los mayores de hace cincuenta o más años? Y por
último, otra pregunta fundamental: ¿el colectivo de personas mayores somos un
problema o una oportunidad?
Y es que, si se nos ve
como miembros pasivos de la sociedad, que no producimos pero si consumimos,
como demandantes compulsivos de los servicios de salud, o como una carga para
los presupuestos del Estado, la imagen de los mayores y del envejecimiento,
será negativa.. En definitiva, nos verán como un PROBLEMA que los gobiernos
tienen la obligación de resolver, en “beneficio del bien común”.
Y esto es peligroso,
ya que, desde un punto de vista puramente economicista, alguien podría pensar
que la solución pasa por frenar o reducir el incremento de la Esperanza de
Vida, estableciendo algún tipo de discriminación por motivos de edad en los
servicios de salud, recortando más las pensiones para que perdamos calidad de
vida, y quien sabe si hasta pueden pensar en la eutanasia.
Como ninguna de estas
soluciones serían aceptables en una sociedad moderna, democrática y respetuosa
con los Derechos Humanos, la solución que ya se propuso en 1982, en la I Asamblea Mundial
sobre el Envejecimiento, es la de crear las condiciones sociales, políticas y
económicas necesarias, para que el envejecimiento del conjunto de la sociedad
pueda ser una OPORTUNIDAD, en lugar de ser un PROBLEMA.
Por eso, en aquella
primera Asamblea, y en la segunda que se celebró en Madrid en 2002, se
establecieron líneas de actuación para hacer posible que la etapa del
envejecimiento que vivimos las Personas Mayores, sea SALUDABLE para nosotros, y
al mismo tiempo RENTABLE para el conjunto de la Sociedad en la que envejecemos
Por otra parte, la Organización Mundial
de la Salud (OMS) en su documento “ENVEJECIMIENTO ACTIVO UN MARCO POLÍTICO”
(2001), propone un modelo, una forma de vivir y gestionar el envejecimiento,
soportado en tres pilares básicos: SALUD, DIGNIDAD y PARTICIPACIÓN SOCIAL,
teniendo en cuenta los determinantes del envejecimiento en cada lugar y el
respeto a los Principio de Naciones Unidas a favor de las Personas Mayores
(1991)
Este modelo de
Envejecimiento Activo necesita de un cambio profundo en las propias personas, y
en quienes tienen responsabilidades políticas, sobre esta materia, en las
Instituciones Públicas, ya que, para promover el Envejecimiento Activo,
es necesario complementar las políticas basadas, casi exclusivamente, en la prestación
de servicios a las Personas Mayores para que estemos descansadas, distraídas y
ocupemos el “tiempo libre”, con otras políticas activas que permitan
aprovechar, en beneficio del conjunto de la sociedad, el “capital social y
cultural”que poseemos, pasando del “hacer para” al “hacer con”, de forma que
las propias personas participemos activamente, y no sólo “tomemos parte” en
aquello que nos ofrecen.
Por lo tanto, “los
mayores” en la Sociedad actual, no somos un PROBLEMA, sino una OPORTUNIDAD. El
secreto consiste en envejecer con SALUD, DIGNIDAD y PARTICIPACIÓN SOCIAL, o
dicho de otra manera, en un envejecimiento “saludable” para la persona que
envejece y “rentable” para la sociedad en la que envejece.