domingo, 30 de marzo de 2014

Echar abajo los estereotipos




Organización Mundial de la Salud
Por lo común, todos valoramos y respetamos a las personas mayores que amamos o a las que conocemos bien. A pesar de ello, nuestras actitudes hacia otros ancianos en la sociedad en general pueden ser diferentes.
En muchas sociedades tradicionales, las personas de edad son respetadas como «nuestros mayores». Pero en otras, las mujeres y los hombres de edad pueden ser menos respetadas. La marginación puede ser estructural, por ejemplo mediante la imposición de edades obligatorias para la jubilación, o informal, como cuando se considera que las personas mayores son menos vigorosas y menos útiles a los ojos de un posible empleador.
Actitudes como estas son ejemplos del prejuicio por motivos de edad, según el cual se crean estereotipos en torno a ciertas personas o grupos a causa de su edad, o directamente se los discrimina. Al amparo de estos prejuicios se llega a representar a las personas mayores como frágiles, «anticuadas», incapacitadas para el trabajo, débiles, de reacciones lentas, discapacitadas o de plano incapaces. Este prejuicio separa a la sociedad en jóvenes y viejos.
A consecuencia de estos estereotipos, las personas mayores pueden verse privadas de participar plenamente en actividades sociales, políticas, económicas, culturales, espirituales, cívicas y de muchos otros tipos. Los jóvenes pueden a veces influir en estas decisiones por las actitudes que adoptan hacia las personas mayores o incluso erigiendo barreras a la participación de estas.
Además, esos estereotipos pueden impedirnos hacer frente a los problemas del envejecimiento de la población porque determinan que no formulemos las preguntas exactas o que no encontremos soluciones imaginativas.

domingo, 23 de marzo de 2014

Inteligencia cultural


Ramón Flecha García
I Jornadas de sensibilización para
una acción social transformadora
de y con las personas mayores
Bilbao, 4 al 6 de Noviembre de 2003

Qué sentido tienen las personas mayores dentro de la sociedad de la información y qué papel pueden desempeñar

El proverbio dice: “cuando se muere una persona mayor, se quema una biblioteca”. En efecto, las personas mayores atesoran un gran caudal de conocimientos que la sociedad tiene que aprender a tener muy en cuenta para que todos y todas podamos sacar provecho de ellos.
A través de las tertulias literarias, muchas personas no sólo ven reforzadas sus ideas y convicciones, sino que además encuentran ejemplos que les sirven de estímulo y referente. Es el caso, por ejemplo, de las mujeres que luchan día a día por la superación de las desigualdades de género y que descubren el ejemplo de Safo de Lesbos. Cuando se iniciaba la literatura occidental, en Grecia, la mayoría de obras literarias, como la Ilíada o la Odisea, escritas por hombres, eran epopeyas que narraban grandes hechos históricos y batallas militares. Sin embargo, un tiempo después apareció un nuevo tipo de literatura en la que, en lugar de explicar batallas, se trataba el tema del amor y fue precisamente Safo de Lesbos, una mujer, la pionera en este campo. Este es un claro ejemplo de las aportaciones que determinados colectivos tradicionalmente minorizados, como las mujeres, son capaces de hacer, este caso, a la literatura.
Otro ejemplo muy impactante es el de Maite, una participante en educación de personas adultas que en su día, durante la infancia y la adolescencia, no pudo ir a la escuela. A través de su participación en las tertulias literarias dialógicas, Maite ha sido capaz de leer no sólo una, sino hasta tres veces una de las novelas más importantes del siglo XX, el Ulises de James Joyce. Se trata de un libro tan difícil de leer que normalmente la gente universitaria lo compra, lo guarda en la biblioteca, pero no lo acaba de leer nunca. Este fue el caso de José Antonio Labordeta, cantante y actualmente diputado en el Parlamento español. En un encuentro con personas participantes en educación de personas adultas, Labordeta, sorprendido por la erudición de Maite respecto al Ulises, confesó: “Mira que yo he ido a la universidad, mira que ahorré un dinerito para encerrarme mes y medio en un monasterio para leerlo y no lo conseguí. ¡Y resulta que tú me estás diciendo que lo estás leyendo por tercera vez y que lo conoces con ese detalle!”. Este caso demuestra como personas muy cultas y con mucha formación académica, incluso diputados como Labordeta, si son capaces de superar sus prejuicios y situarse en un plano de igualdad, pueden aprender de la experiencia de personas como Maite, que no han tenido la posibilidad de estudiar.
El aprendizaje permanente permite también transformar y mejorar las relaciones intergeneracionales, es decir, con otras personas de otras edades, incluso dentro del propio domicilio familiar. Este fue el caso de Sandra, una mujer que había trabajado toda la vida como señora de la limpieza para que su hija pudiera estudiar. Sin embargo, una vez que su hija ya había estudiado en la universidad y se había casado con el que hoy en día es su yerno, también profesor, como ella, Sandra se dio cuenta de que, en las cenas familiares, ella tenía que seguir limpiando la casa, preparando la comida, la cena, luego fregando los platos y, sin embargo, cuando surgía una conversación un poco cultural, sobre cine por ejemplo, era completamente ignorada. Concretamente, estaba muy enfadada con su yerno porque siempre la mandaba callar, como si ella no entendiera de esos temas. Sandra empezó entonces a participar en una tertulia literaria dialógica y poco tiempo después llegó incluso a leer un libro de Kafka, La Metamorfosis. En otra de esas cenas familiares, durante el diálogo de la sobremesa, surgió casualmente el tema de Kafka. Entonces ella saltó ante su yerno y le dijo: “Sí, pero de ese Kafka del que hablas yo he leído un libro. ¿Tú has leído alguno?”. De este modo, a través de los conocimientos adquiridos en las tertulias literarias dialógicas, Sandra había conseguido reforzar su autoestima y exigir un respeto hacia su persona y sus capacidades por parte incluso de sus propios familiares.

domingo, 16 de marzo de 2014

Matar el tiempo



Por Bergara
miembro de Hartu-emanak
Pienso que todos hemos utilizado en alguna ocasión la expresión: “Matar el tiempo”. Y al hacerlo creo que nos referíamos a inactividad, apatía, indiferencia, pasividad, o, en el mejor de los casos, para definir lo que podían hacer las Personas Mayores después de una vida de duro trabajo: “matar el tiempo”. O lo que sería lo mismo...¡descansar! Tal vez como una forma de prepararse para el “descanso eterno”.
Y al recordar esto, me viene la imagen de aquellos grupos de personas mayores, bastón en ristre, sentados uno junto al otro en un banco del parque si hacía buen tiempo o del pórtico de la iglesia cuando llovía. Con la mirada perdida en la distancia y un rotundo silencio acompañando su quietud. Sin duda estaban intentando....”matar el tiempo”.
Pero las personas mayores, como el conjunto de la sociedad, hemos evolucionado, y en la actualidad eso de “matar el tiempo”, como que no tiene sentido. Llegamos a esa “categoría” social de “mayores” en mejores condiciones físicas, mentales y económicas que generaciones anteriores. Con una mayor esperanza de vida y con muchas más capacidades para hacer muchas otras cosas, y no simplemente...”matar el tiempo”.
Debemos tener muy presente que el tiempo es vida, y por lo tanto “matar el tiempo” equivale a “matar la vida”, desperdiciarla, desaprovechar las muchas oportunidades que nos proporciona el cese de la vida laboral y/o de atención a la familia. Oportunidades que debemos aprovechar para envejecer de forma saludable para nosotros mismos, y productivo para el conjunto de nuestro entorno familiar y social.
En consecuencia, lo razonable, es envejecer de forma saludable mediante ejercicio físico, una buena alimentación, teniendo pensamientos positivos.... Pero para completar y potenciar ese envejecimiento saludable, también es necesario estar socialmente bien. Integrados en el entorno social en el que vivimos, dando nuestro tiempo (en vez de matarlo) a los que necesitan algo de nosotros, poniendo a disposición de los demás nuestras capacidades, nuestros conocimientos y nuestra experiencia.
Sólo así “daremos VIDA  al tiempo”, y envejeceremos, plenamente, de forma saludable.

domingo, 9 de marzo de 2014

Papel del Educador social en relación con las personas mayores.



por María Alonso Trueba
alumna de 4º Educación social
en prácticas en Hartu-emanak

El papel del Educador social en relación con las personas mayores, es un aspecto que me ha hecho reflexionar a lo largo de los cuatro años de mi carrera, por ello voy expresar unas reflexiones y opiniones particulares sobre el tema.
Personalmente creo que se tiene en segundo plano a estos profesionales con relación a las personas mayores. Creo que los Educadores sociales son necesarios, si no imprescindibles, en este ámbito, ya que pueden ofrecer un cuidado asistencial interviniendo con el objetivo de ir más allá de lo básico, aprovechando las cualidades individuales de cada Educando. Con esto no quiero decir que no deje de ver también fundamental que los demás profesionales de la Educación sean necesarios en dicha intervención, ya que para que sea completa deben participar todos los profesionales como psicólogos, animadores socioculturales, monitores, integradores Sociales, Maestros y sin prescindir del Educador social.
Como conclusión deseo destacar varios puntos. El primero es que a la hora de intervenir con las personas mayores, se debe centrar la intervención en mejorar su calidad de vida, dejando en un segundo plano aspectos como su comodidad. Sin embargo en el caso de las residencias, este hecho para algunas personas como los familiares de los ancianos es la prioridad no dando la misma importancia al papel de los profesionales, principalmente el del Educador social que en ocasiones esta anulado. Lo que quiero reiterar es la importancia que tiene el Educador en las personas mayores, y se debe seguir trabajando para que la sociedad llegue a ver con total normalidad al educador en este ámbito, y no verlo como algo novedoso, como ocurre en la actualidad.
Y el segundo punto es que, como sabemos, el envejecimiento es un proceso complejo y continuo que se desarrolla a lo largo de la vida, por ello es la sociedad quien impone el modelo de envejecimiento de las personas y personalmente creo que ese modelo debe ser elegido y construido por cada persona, no impuesto. Estos son aspectos que deben ser mejorados y para ello toda la sociedad debemos formar parte de dicho cambio.

domingo, 2 de marzo de 2014

Por la Cultura al Diálogo Social. Aula Cultural Hartu-emanak



Joseba Eguiraun
Asociación Hartu-emanak

En el año 2004, Hartu-emanak asumió un nuevo objetivo: “promover el diálogo social”, y para ello puso en marcha las denominadas Tertulias Literarias, en las que, mediante una metodología dialógica y teniendo como motivación la lectura compartida, se establecían intercambios de opiniones, de ideas, dando así respuesta a lo que se definió como “por la Cultura al Diálogo Social”.
Posteriormente se incorporaron otras materias, como motivo de diálogo, tales como la historia, el cine, el arte..., lo que, pasados algunos años, dio lugar a lo que actualmente denominamos Aula Cultural Hartu-emanak, que está abierta a la participación de toda la ciudadanía interesada en el tema. Son, por tanto, encuentros intergeneracionales e interculturales. Este Proyecto lleva ya un recorrido de varios años. Se trata de un proyecto social destinado al colectivo de las personas mayores aunque también participan personas más jóvenes.
Encaja en una de las finalidades de la Asociación: promover el conocimiento a lo largo de la vida. No es necesario ya recordar aspectos tan comunes como la necesidad de ofertas que pongan en actividad física, intelectual y social a las personas mayores y también a las más jóvenes.
Las actividades movilizan conocimientos y participación. Se evita el aislamiento y se adquiere mayor autoestima. Hemos utilizado la literatura, las clases de tipo magistral, los itinerarios por la ciudad y visitas a lugares relacionados con los temas expuestos.
Además hemos tratado temas de rabiosa actualidad como la sociedad actual y la crisis. Hemos tratado temas de historia contemporánea por medio del cine. Así hemos promovido el diálogo interpersonal, el intercambio de experiencias y opiniones ante textos, películas o la visión nueva de zonas de Bilbao, ya conocidas de antemano, pero que a la luz de las explicaciones adquieren una nueva dimensión relacionada con la historia. Además hemos ofrecido una visión comprensiva de la sociedad actual. Los usuarios de estos cursos han tenido un lugar donde disfrutar del ocio distinto a la dependencia de medios como la televisión, superando la rutina. Estamos convencidos de que hemos conseguido nuestros objetivos y que hemos abierto algunos horizontes.
Cada tema es presentado por una persona experta en la materia, y a partir de ahí se abre el diálogo entre los-las participantes, cuyo número suele ser unos cuarenta y cinco por sesión.
En esta Aula Cultural se programan distintos ciclos que se desarrollan a lo largo del año, con un total de 25 sesiones.
Los ocho años de experiencia con esta actividad es muy positiva, y es voluntad de Hartu-emanak seguir con ella “promoviendo el diálogo social”, a través de la Cultura, creando momentos y espacios de encuentro entre las personas, en los cuales tienen la posibilidad de aprender, de escuchar y de ser escuchadas.