jueves, 29 de agosto de 2013

Jubilación





por Ramón Bayés
Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona




Cuando alguien alcanza esta etapa o momento de su vida en que se jubila (con cierta dosis de júbilo) o lo jubilan (sin júbilo alguno), su biografía no ha finalizado. Incluso, para algunos, una parte substanciosa de la misma tal vez no haya hecho más que empezar. Es cierto que, en el seno de una cultura que admira la juventud, la acumulación de bienes y la inmediatez hedonística, los que llegamos a la vejez solemos hacerlo, como señalan Skinner y Vaughan (1983), con el estereotipo de tacaños, reiterativos, pelmas, lentos, irritables, quejicas, olvidadizos, ineficientes o carrozas.

Pero disponemos de ejemplos de personas centenarias (recordemos a la Premio Nobel de Medicina Rita Levi-Montalcini o al médico catalán Moisés Broogi) que nos muestran que este modelo negativo de anciano no refleja necesariamente una realidad universal. Nos incumbe a los que hemos llegado a la jubilación sustituir los estereotipos que nos atribuye la sociedad por otros más positivos – serenos, tolerantes, flexibles, generosos, compasivos, eficientes, no repetitivos, con sentido del humor, - demostrando con nuestro comportamiento que la vida, una vida plena y activa, puede prolongarse en bastantes casos, más allá de la jubilación
 


Aun admitiendo que la existencia de la jubilación constituye un innegable logro social, la rigidez de una frontera prefijada de edad conduce inevitablemente a un café para todos, que a algunos les sabrá amargo y a otros agua teñida. En el fondo, las normativas de jubilación vigentes en muchos países occidentales equivalen a una simple discriminación por edad, tan discutible, en principio, como la discriminación por sexo, raza o religión. A pesar de su dificultad, es necesario conseguir, un modelo de jubilación flexible capaz de adaptarse, tanto a las necesidades colectivas como a las individuales. Es preciso, tener en cuenta que la variabilidad interindividual se incrementa a lo largo de la vida, lo cual supone, por ejemplo, que desde un punto de vista cognitivo, a igualdad de edad, los ancianos son menos semejantes entre si que los jóvenes (Fernández-Ballesteros, 2009) y que algún día, lo más pronto posible, las “jubilaciones a la carta” deberían sustituir a las “jubilaciones-menú”

3 comentarios:

  1. Desde luego que la jubilación debiera de ser algo a la carta, ajustado a cada individuo, a sus fuerzas y a sus ganas de continuar o no. A lo mejor unos quieren media jornada, de mañana o tarde, otros solo horas, o apoyos o colaboraciones puntuales, etc. habría muchas posibilidades.
    Lógicamente las remuneraciones serian de acuerdo a estas aportaciones o incluso podrían ser por debajo e igualmente las cuotas de la SS, respetando de forma integra la pensiones corresponientes de cada uno o incluso mejorandolas ya que van a percibirlas durante menos año, o complementando esa remuneraciones parciales.
    Lo que hace falta en estos momentos es imaginación para no desaprovechar recursos intelectuales y de trabajo.

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  2. Sí, puede que eso de la jubilación a la carta este bien pero para ellos, porque si los mayores no se jubilan los jóvenes no podemos trabajar. Así que lo que tienen que hacer es jubilarse cuanto antes.

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    1. Tienes razón respecto a lo que ocurre en esta económica de escasos puestos de trabajo. La opinión manifestada en este artículo no se plantea este escenario sino que es una opinión en referencia al problema de la jubilación, donde cada persona cuando llega a ella, aun estando con la misma edad, se encuentran en situaciones diferentes de mentalidad, de fuerzas, de salud, y de posicionamiento ante esta nueva situación. Aparte de las capacidades que pierde el país, asunto manifestado en algún otro articulo.
      No obstante, el que se plantease una jubilación a la carta no tiene por qué restar posibilidades a la incorporación de nuevas personas a los puestos de trabajo. Esa jubilación a la carta puede materializarse en jornadas más cortas que por tanto requerirán que otras personas complementen el horario de trabajo, o por ejemplo en apoyo a las nuevas incorporaciones al mundo del trabajo. Ya existía un contrato de trabajo llamado de “sustitución” que nunca funcionó adecuadamente. Y como dice el articulo se trata de conseguir ”…un modelo de jubilación flexible capaz de adaptarse, tanto a las necesidades colectivas como a las individuales…”.

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