jueves, 29 de junio de 2017

La jubilacion una nueva etapa vital



La jubilaciones una nueva etapa vital
Colaboración
Las personas que se jubilan no dejan de vivir sino que inician una etapa que es diferente y que suele ser atractiva. La jubilación es un tiempo distinto. No se depende de un jefe, ni de horarios, ni de la puntualidad ni del transporte. Dependes de ti mismo mucho más que antes. Esto es importante. Puedes hacer muchas cosas y a tu aire.
Las personas mayores siguen desarrollando aprendizajes y conocimientos. Tienen experiencia memoria y capacidades.
Todas las personas jubiladas y las personas mayores pueden hacer frente a los problemas y situaciones que se les presenten.
Las personas jubiladas son capaces de realizar actividades creativas y participativas
Hay personas jubiladas que participan y llevan adelante toda clase de asociaciones. Así influyen en la sociedad mejorándola. También influyen en personas concretas ayudándoles en sus necesidades
El que se jubila tiene que hacer un esfuerzo para encontrar su nuevo papel y su nuevo rol en la familia, entre los amigos, en su entorno y en la sociedad.
Hay que romper los estereotipos que existen sobre los jubilados y sobre las personas ma yores
Los jubilados tienen
capacidad intelectual
tiempo
ideas
memoria de los sucesos y acontecimientos ocurridos a lo largo de su vida en su entorno y fuera de él.
Los jubilados pueden
explicar la historia
realizar antiguos proyectos
participar en los cambios de la sociedad
ser útiles a la familia
Los jubilados son necesarios en muchos lugares y para muchos proyectos y para muchas personas.
Los jubilados y la gente mayor son personas con derechos y con obligaciones.
Tendremos dignidad si damos un sentido a nuestra vida
La jubilación es una oportunidad para saber quién soy yo y cómo soy y qué puedo. Esto quiere decir que tal vez para muchos sea una de las pocas veces en la vida en que se siente a sí mismo tal y como es. Puede descubrir aspectos que estaban escondidos. Nos despojamos del deber laboral, de algunos condicionamientos sociales y del rol que teníamos como si todo esto fuera un ropaje. Nos quedamos con muy poco aparentemente pues podemos descubrir nuestras potencialidades y habilidades, nuestras seguridades y nuestras dudas.
El compromiso con nosotros mismos nos lleva a querer y a realizar cosas agradables.
El compromiso con los demás nos lleva a ser útiles.
La jubilaciones un reto de experimentar de otra manera la vida y la presencia en la sociedad
La jubilación tiene el riesgo de sentirse excluido, de sentirse inútil y de que ya no hay nada que hacer.
La jubilación puede ser un compromiso en beneficio propio y en beneficio de la sociedad.

martes, 13 de junio de 2017

Mayores y menores




Tico Medina
Esta es una crónica a dos bandas. Eso sí, banda de música y banda de triunfo, nada de las otras bandas, que ya nos sobran, y además, que en cuanto pueden nos fastidian, que las crónicas de sucesos están llenas de gentes que asaltan a los mayores en los parques, en las cuatro esquinas, en los vacíos, para tirarnos de la cartera o robarnos las pertenencias, en un tiempo en el que no estamos para sustos, dadas nuestras edades. Y les digo que es a dos bandas porque hoy toca dar un abanico de nombres con noticia: José Luis Sampedro, excelente novelista y mi profesor hace ya tantos años, dice que, a los 91, "veo las cosas con más transparencia y con más claridad y lucidez que nunca". Y es que la edad es un primor. Miren, que don Manuel Fernández Álvarez, a sus 86, escribe bestseller, desde el rigor de la historia. O lo que dice nuestra Concha Velasco, cuando afirma que "lo importante es no mirar atrás". Claro, como la Preysler, por la que no pasa el tiempo, quien confirma: "A mí no me da tiempo a envejecer".
Este año se lleva mucho el abanico, incluido entre los caballeros de nuestros años, portándolo en el bolsillo superior de la camisa, chaqueta fina o guayabera —tengo tanto que contarles que a veces se me va el santo al cielo—. A lo que voy: acaba de nacer una especie única, inimitable, que se llama la abuela del artista, que hasta hace poco había un personaje excepcional, que valía por diez, n i qué decir que mucho más que el representante de la estrella, que era la mamá del artista.
Era la verdadera, amorosa y furiosa defensora de las cualidades de la estrellita que deseaba brillar en el cielo de la fama, ya fuera cantando, bailando, y junto a ella, uno, el reportero de guardia tenía que vérselas siempre con aquella guardiana. Tenía más razón, y más sin razón que ningún otro representante. Era la mamá del artista. Más les digo: se hicieron coplas sobre el tema, películas y obras de teatro, y en todas brillaba aquella protectora, defensora y empujadora, además de la niña que hacía algún primor de cara a su futuro. De un tiempo a esta parte observo, incluso, en mis propias carnes, en mis propios programas de radio y televisión del sur por donde ando, que la madre del artista ha sido sustituida, con eficacia, con fuerza, con argumentos, por la abuela del artista, que no necesita mayor definición, ya que es la madre de la madre, puesto que generalmente esta última está trabajando, y es la abuela la que se dedica a ser representante de la estrellita que acaba de aparecer, dispuesta a ser la más grande en lo suyo.
Tienen fuerza las abuelas, más que las propias madres, porque saben mucho más que sus hijas de sus nietas, ya que con ellas viven, conviven y, a veces, las fuertes abuelas, más que nada, sobreviven. Son las madreabuelas, que están teniendo tanto que decir en el mundo que vivimos, de las operaciones triunfos, los certámenes Fama, les permite aparecer en escena con el cuchillo entre los dientes, las mayores junto a sus menores. ¡Qué sería de los menores sin los mayores!, ¡pero que sería de nosotros, los mayores, sin nuestros nietos, los menores...!

viernes, 2 de junio de 2017

Voluntariado y Personas Mayores




Mario Cugat i Leseurs
Presidente de FATEC
(Federación de Asociaciones de
Gente Mayor de Catalunya)

Cuando una persona se jubila y pasa a ser pensionista, las legislaciones vigentes le impiden realizar cualquier actividad laboral y la percepción del salario correspondiente. Ello es lógico, dado que ya queda compensado por la pensión. Solo puede recibir algún ingreso económico si imparte conferencias, si asiste a reuniones que tengan previsto pagar dietas y poco más.
Esto quiere decir que solo puede dedicarse, de modo gratuito, al voluntariado de todo tipo, si bien puede resarcirse de los gastos que esta actividad le comporte, siempre y cuando la entidad en la que actúe pueda hacerlo.
Como consecuencia, y sea la que sea su acción de voluntario, desde el simple ocio organizado hasta la prestación de servicios sociales, está retornando generosamente capital y valor social a su comunidad, y la sociedad saca provecho de ello gratuitamente.
Las personas, de todas las edades, que se dedican al voluntariado de cualquier clase lo hacen desde una vocación personal de tipo religioso; por convicciones ideológicas, políticas o de solidaridad; desde el conocimiento de determinada carencia y la inquietud por resolverla; por el placer de participar en determinadas actividades que le resultan atractivas; por estar ocupado y distraerse, etc. En definitiva, pocas son las personas dedicadas a este tipo de actividades, por otra parte diversas y variadísimas.
Se observa que la juventud es capaz de dedicar tiempo, esfuerzo y sacrificio para actuar gratuitamente como voluntario ante hechos y situaciones básicamente de emergencia, en casa o fuera, pero siempre durante un tiempo determinado y sin admitir una vinculación permanente, al contrario que la persona mayor, en general más dispuesta al vínculo a largo plazo.
Los datos y la experiencia nos dicen que de todas las campañas, jornadas anuales, cuñas radiofónicas, anuncios, etc., dedicados a captar voluntarios se extrae un provecho mínimo. Y en el caso de las personas mayores, específicamente, la mayoría de las que están vinculadas a centros, ateneos y otras entidades diversas buscan únicamente distracción y ocio, sin aportación de valor social.