Por
Rosario Rodríguez Vergara
Holding
Cencosud S.A. Chile
Extractado
de “¿Cuál es el proyecto de vida de
los
adultos jubilados? Un estudio descriptivo”
Editado
en PsicoPedia Hoy
El envejecimiento de la población es uno de los fenómenos
de mayor impacto de este siglo. En términos demográficos, se refiere al aumento
relativo de personas de 60 años de edad y más, y a una prolongación cada vez
mayor de la esperanza de vida al nacer.
El envejecimiento de la población se ha asociado
frecuentemente con los países desarrollados en los cuales, la quinta parte de
la población tiene más de 60 años de edad; sin embargo, este proceso también
está ocurriendo en países menos industrializados. (…)
Desde la concepción el ser humano trae consigo una carga
genética que propone programar el envejecimiento por medio de un reloj
biológico, por tanto, cuando cada persona llega a una cierta edad avanzada,
comienza a experimentar diversos cambios. Por lo general, estos cambios, debido
al contexto socio-cultural de nuestro país, no son considerados de manera
positiva, por el contrario, se tiende a pensar y a hacer sentir que las
personas mayores ya no tienen nada que aportar, que ya cumplieron su rol en la
sociedad y en su trabajo. Esta situación desencadena que las personas tiendan a
tener un cierto rechazo y resignación cuando comienzan a envejecer y que
comiencen a sentir que ya no tienen la misma energía y capacidad para hacer las
cosas como en su etapa de juventud.
El establecimiento de una edad para la vejez es una
construcción social que sólo parcialmente está determinada por factores
biológicos o psicológicos. La categoría “viejo” es, por consiguiente, un estado
adscrito generalmente aceptado por las personas pertenecientes a él, pero no
elegido (…). Si se intenta definir la vejez como un estado, ésta tiene
distintos momentos posibles para su inicio, de los cuales varios indican este
comienzo, como los de carácter biológico, relacionado con la aparición de
enfermedades o dolencias o los de naturaleza social, que nos hacen tener claro
el comienzo de esta etapa a partir de la jubilación (…) (Suárez, 2004).
Dentro de los cambios psicológicos acontecidos en esta edad
y que se refieren, en este caso, a la forma que sentimos y valoramos las
relaciones con el entorno y como nos comportamos, es posible citar a Cumming y
Henry con el planteamiento de la Teoría de la Desvinculación (Buendía, 1994).
Esta teoría plantea que una vez transpuesta una determinada edad, es normal que
las personas vayan reduciendo los roles más activos, busquen otros de menor
actividad, reduzcan la intensidad y frecuencia de las interacciones sociales y
se vayan centrando cada vez más en su propia vida interior. Las personas van haciéndose
cargo del declive de sus actividades a medida que envejecen, y en ese mismo
grado se van desvinculando, distanciándose del mundo ruido.
La desvinculación empieza con una demanda de reducción de
actividades que tengan que ver con la competitividad y con la productividad y
tiene un claro sentido adaptativo realista que, por lo demás, es aceptado y
practicado a su vez por la sociedad. De este modo, y de acuerdo con esta
teoría, conservarán su autodefinición positiva las personas que vayan
sustituyendo progresivamente los roles de más actividad por otros más
tranquilos, alejándose de los de más responsabilidad en el sistema productivo y
centrándose en el ejercicio de roles periféricos, familiares y de amistad: para
que puedan tener y mantener una imagen positiva de si mismos.
Con el envejecimiento se esconden una serie de mitos.
Haciendo referencia al tema del aprendizaje de nuevas destrezas y su
desarrollo, es útil plantear la creencia de que las personas mayores no pueden
aprender nuevas destrezas, sin embargo, la edad no inhabilita a una personas
para aprender cosas nuevas; a pesar de que con el paso de los años el
funcionamiento cognitivo varíe, esto no significa una limitación para seguir
aprendiendo y desarrollándose como persona, así como tampoco la imposibilidad
de poder rendir bien en el trabajo.
Los cambios que se van vivenciando con el pasar de los años
no deben ser una discapacidad para enfrentar el mundo y para seguir viviendo.
Por eso, una de las mejores estrategias a seguir para revertir los mitos e
imposiciones de la sociedad es (…) trazar un proyecto de vida acorde con
la propia realidad, motivaciones y potencialidades de los adultos mayores, que
los llene de satisfacciones (…).
Se puede concluir que los adultos mayores (…) se ven
enfrentados ante una situación laboral que marca su vida desde ese instante: la
jubilación. (…) han sufrido el desvinculamiento de la empresa desde donde
trabajaban (…). Se les ha despedido simplemente por tener la edad legal para
dejar de trabajar.
Tras esto, cabe la duda de si realmente no están en edad de
trabajar, o si realmente ha decaído su desempeño. Es difícil probar la
veracidad de la teoría del desvinculamiento, ya que no sabemos si por llegar a
determinada edad se reduce su rol más activo, centrándose cada vez más en su
propia vida interior, o si es el impacto del desvinculamiento que se les ha
hecho forzosamente por cumplir la edad indicada socialmente para cesar las
actividades laborales. (…)
Es imprescindible que los adultos mayores busquen en su
interior sus motivaciones, lo que los hace felices, busquen dentro de si mismos
toda la experiencia y aprendizaje que tienen y lo vuelquen en actividades que
los hagan seguir desarrollándose y generar una mayor esperanza de vida.