domingo, 22 de marzo de 2015

Algunas reflexiones desde la acción colectiva





Autoras: Maite Arandia, Sonia Gutiérrez, Mª José Alonso e Isabel Martínez
III Encuentro Intergeneracional.
Escuela Universitaria de Magisterio de Bilbao (Grado de Educación Social) y Hartu-Emanak


Clarificar el sentido de la transmisión
Una de las primeras cuestiones que se abordó fue la relación transmisión-compartir. En este sentido, se manifiesta que la palabra transmisión puede traicionar la propia intención de este movimiento intergeneracional porque nos remite a una posición más bien jerárquica y no bidireccional. De ahí, la necesidad de replantear el término, puesto que ese movimiento se visualiza desde el compartir y no desde el depositar. Es decir, se percibe como un movimiento en el que los procesos y actuaciones que se lleven a cabo estén asentados en el diálogo igualitario. De este modo, lo que estamos llamando transmisión se produce de forma bidireccional, y siempre con una mirada al pasado, en cuanto proveedora de capital, de experiencias y de historia, pero proyectándose hacia el futuro.
Luego, compartir es la clave desde la que, tanto jóvenes como mayores, entendieron que había que enfocar las diversas propuestas intergeneracionales y, hacerlo dentro de una perspectiva natural. Nos encontramos en la misma sociedad condicionamos y retados por desafíos similares. Además, tenemos que vivir en conjunto; por tanto,  resulta imprescindible,  optar por esos espacios naturales, donde los encuentros sean constructivos, y en los que, desde esa expresión natural, podamos ir superando los problemas que, en ocasiones, pueden surgir por las diferencias en las formas de expresión. Así es que como segunda clave importante en ese proceso de “transmisión compartida” se establece la convivencia entre diferentes tanto en experiencias como en expresiones de las mismas.
El valor del Patrimonio de las Personas Mayores: empoderamiento y comunicación
El patrimonio de las personas mayores se entiende como el capital que se va acumulando a lo largo de cada experiencia vital mediante el contacto con modelos y contextos educativos distintos (la familia, los iguales, entornos informales...) y mediante la elección de lo mejor que otras generaciones han ido legando. Se dice: “Es como un trastero donde tenemos cosas guardadas y que hay que ir recordándolas”.
Está relacionado con un sentido de continuidad, que es importante mantener para que este insumo social no se pierda con el paso del tiempo, porque, eso sí, hay una conciencia clara de que se cuenta con un patrimonio, con experiencias de vida importantes y con un fuerte bagaje personal, que merece la pena transmitir-compartir. Como bien expresa un participante: “Porque fueron somos, y porque somos serán”. Sin embargo, a pesar de esta claridad respecto al patrimonio y la importancia de trasladarlo a las nuevas generaciones, se expresa que dada la tecnificación de nuestras vidas es posible que mucho del conocimiento social de las personas pueda correr el riesgo de perderse, por lo que es necesario pensar en cómo afrontarlo para que no ocurra. En este sentido, uno de los problemas prioritarios, que se han de abordar y superar, es, precisamente, el de la comunicación, por no saber cómo comunicar el patrimonio de que se dispone estimulando la curiosidad de los jóvenes. Unos participantes comentan:
“si no conseguimos interesar a la juventud, es porque tal vez no sabemos comunicarnos con ellos (…) Para ello es importante que aprendamos a lanzar mensajes que transmitan interés, y tener en cuenta esta barrera que frena y que viene reforzada por falta de comunicación que hay por ejemplo en las familias, que centran los diferentes momentos del día en la televisión”
Respecto a esta cuestión de la comunicación, se necesita también intensificar la motivación y analizar de qué modos se ha de guardar el conocimiento acumulado. En esta dirección se apunta como idea la creación de un “banco del tiempo” porque “algo hay que hacer con el tiempo y la velocidad que alcanza la vida”.
Ahora bien, el camino fundamental, o al menos uno de ellos, es abrir brecha en la educación, entrando en los centros y entidades educativas con propuestas intergeneracionales y participando activamente en esos contextos, comenzando por entablar relaciones y elaborar propuestas con el profesorado y con otros agentes sociales.
Una participante expone algunas ideas de colaboración con el mundo educativo señalando:
Los abuelos pueden ir, por ejemplo, a jornadas de puertas abiertas para contar cuentos, en las huertas, en el coro, etc. y en cuanto al campo social, el voluntariado es una buena opción.
Pero también la universidad podría jugar un papel importante en este proceso, ya que abrir sus puertas supondría crear oportunidades para aprender y estar con la juventud, favoreciendo la comunicación. Esto provocaría un acercamiento, que facilitaría el proceso, ya que es importante conocer los problemas y temas que preocupan a la juventud para saber qué experiencias o qué conocimientos pueden tener valor.
Se dice:
Pero es necesario ser pedagógico, y tener en cuenta la importancia de saber a quién, dónde, cómo…. Comunicar sí, pero hay que diferenciar entre transmitir individualmente o colectivamente. Es importante la traducción del propio mensaje”.
Por tanto, no sólo es importante crear los contextos, sino cuidar cómo hacerlo y esto requiere de un aprendizaje por parte de las personas mayores. Luego, en este marco de transmisión-compartir se ha de atender a la formación para que las personas mayores consigan conectar y compartir recuerdos, contrastarlos y sistematizarlos y hacerlo utilizando medios diferentes, entre ellos los proporcionados por las tecnologías de la información y comunicación.
Y, no nos hemos de olvidar del ámbito comunitario. Sería necesario, igualmente, crear situaciones para que se encuentren distintas generaciones y superar los estereotipos relacionados con la edad, que poco ayudan a superar la distancia generacional. Todo ello debiera de ir acompañado por una política institucional que apoye las actuaciones intergeneracionales y favorezca la normalización de la relación entre generaciones y por una reflexión en profundidad sobre el sentido y contenido de los centros para mayores para que pudieran transitar hacia modelos más abiertos al entorno social, a áreas de cultura… En definitiva, se indica: “es necesaria la reivindicación del conocimiento y la experiencia de las personas mayores, como patrimonio cultural y social inmaterial”.
Para concluir, hemos de tener en cuenta que, como en cualquier otro proceso de la vida social y educativa en la que se impulsa un cambio en alguna dirección distinta a la que está presente, adquiere un valor excepcional la actitud vital que se despliegue en este caso hacia la cuestión intergeneracional. Por tanto, en primer lugar, sería necesario impulsar y trabajar esa sensibilidad hacia lo intergeneracional desde el ámbito familiar, para luego poderlo  trasladar a otros contextos bien educativos y formativos como asociativos, políticos...
En segundo lugar, habrá que crear contextos, que constituyan puntos de encuentro para la “transmisión-compartir” a través de la confluencia y convivencia intergeneracional y, desde luego, en estos procesos deben involucrarse las propias instituciones. En consecuencia, será necesario buscar puntos de interés común a generaciones distintas en los que todos los agentes sociales y educativos estén implicados para aprovechar las oportunidades y no perder el capital experiencial y de conocimiento de nuestros mayores y de que mayores y jóvenes no perdamos la memoria, sino que ésta constituya un motor para un intercambio y enriquecimiento colectivos.

domingo, 8 de marzo de 2015

Felicidad a medida que se envejece




Fuente: Audioconectate


¿Sabían que hay estudios que demuestran que se es más feliz a medida que se envejece? Miren este artículo de la BBC de agosto de 2009:
Estudios realizados sobre personas de hasta casi 100 años señalan que se suele ser más feliz conforme se va envejeciendo.
A pesar de las preocupaciones por la mala salud, la situación económica, los cambios de categoría social y otras privaciones, la edad avanzada suele ser la edad dorada, a decir de los sicólogos.
Se descubrió que los adultos mayores suelen aprovechar mejor el tiempo que les queda y han aprendido a evitar situaciones que les causan tristeza o estrés.
Los jóvenes deberían hacer lo mismo, declararon al colegio de sicólogos de EE.UU.
La Dra. Laura Carstense, catedrática de sicología de la Universidad de Standford, pidió a voluntarios de 18 hasta más de 90 años que participaran en una serie de experimentos y anotaran en un diario su estado emocional.
Descubrió que las personas mayores son mucho menos propensas que los jóvenes a pasar por periodos prolongados con un estado de ánimo negativo y mucho más capaces de soportar las críticas personales.
También son mucho más capaces de dominar y equilibrar sus emociones, una habilidad que dio la impresión de mejorar con la edad.
Andrew Harrop, director de asuntos públicos de Age Concern and Help for the Aged, dijo que las conclusiones eran alentadoras.
«Muchos ven con ansiedad y preocupación el envejecimiento.
»Hay demasiados jóvenes que dan por sentado que el envejecimiento es un proceso que supone inevitablemente enfermedades, fragilidad, falta de movilidad y una mayor dependencia. Sin embargo, en muchos casos eso tiene muy poco de cierto.
»Hay muchos adultos mayores que llevan una vida activa, sana y llena de las riquezas de la experiencia y de lo aprendido.
»Este estudio es uno más que demuestra que la vida en la tercera edad puede ser una experiencia sumamente positiva.»

Envejecer puede ser una experiencia maravillosa. Es una oportunidad de madurar y hacer otras cosas, de otras maneras y a otro ritmo.
La vida en la Tierra nunca es estática, a menos que quieran que lo sea; es decir, que deseen asentarse, vegetar y no hacer nada. Algunas personas mayores a las que les toca dejar de llevar una vida físicamente activa se estancan mentalmente porque no tienen un objetivo en la vida y no se dan cuenta de que pueden seguir desarrollándose mental y espiritualmente.
Los cincuentones y los que apenas han pasado de los 60 años tienen que entender que han pasado a otra fase de la vida a la que tienen que adaptarse. Nunca tuvieron 50 ó 60 y tantos años, y tienen que aprender a vivir esa etapa. Tienen que aprender a vivir, actuar y desempeñarse como una persona de 50 ó 60 años. No es un problema, ¡sino una aventura! Es lo mismo que le ocurre a uno que pasa la barrera de los treinta y tiene que adaptarse y aprender a pensar y actuar como una persona de treinta. ¿Recuerdan cómo fue esa etapa?
Uno de los mejores consejos es que no piensen que son viejos por tener 50 ó 60 años. De lo contrario perderán rápidamente la motivación y la capacidad de alcanzar sus metas y hacer realidad sus sueños. Si piensan, hablan y actúan como viejos, no tardarán en serlo. Aunque tengan cincuenta y tantos o sesenta y tantos años no son ancianos.
Algunos conceptos erróneos sobre a qué edad se es viejo y quién es viejo, pueden desprenderse de que con frecuencia hay personas de tres generaciones distintas viviendo juntas, y el contraste es muy notable. Comparados con jóvenes de 20 ó 30 años, los de 50 ó 60 pueden en efecto parecer mayores y comportarse como tales. Si comparan su habilidad física con la de los integrantes de la generación más joven, es posible que se queden cortos si no pueden llevar el mismo ritmo por tanto tiempo como ellos, aunque algunos de ustedes pueden. Pero en el aspecto espiritual y mental, las personas mayores están bastante bien.
No se consideren inferiores a la generación más joven y sus capacidades físicas. Fíjense en lo que pueden hacer ustedes, lo que son capaces de lograr, el ritmo al que pueden trabajar y disfrútenlo. ¡Disfruten de la edad que tienen!