Autoras: Maite
Arandia, Sonia Gutiérrez, Mª José Alonso e Isabel Martínez
III Encuentro Intergeneracional.
Escuela Universitaria de Magisterio de Bilbao (Grado de
Educación Social) y Hartu-Emanak
Clarificar el sentido de la transmisión
Una de
las primeras cuestiones que se abordó fue la relación transmisión-compartir. En
este sentido, se manifiesta que la palabra transmisión puede traicionar la
propia intención de este movimiento intergeneracional porque nos remite a una
posición más bien jerárquica y no bidireccional. De ahí, la necesidad de
replantear el término, puesto que ese movimiento se visualiza desde el
compartir y no desde el depositar. Es decir, se percibe como un movimiento en
el que los procesos y actuaciones que se lleven a cabo estén asentados en el
diálogo igualitario. De este modo, lo que estamos llamando transmisión se
produce de forma bidireccional, y siempre con una mirada al pasado, en cuanto
proveedora de capital, de experiencias y de historia, pero proyectándose hacia
el futuro.
Luego,
compartir es la clave desde la que, tanto jóvenes como mayores, entendieron que
había que enfocar las diversas propuestas intergeneracionales y, hacerlo dentro
de una perspectiva natural. Nos encontramos en la misma sociedad condicionamos
y retados por desafíos similares. Además, tenemos que vivir en conjunto; por
tanto, resulta imprescindible, optar por esos espacios naturales, donde los
encuentros sean constructivos, y en los que, desde esa expresión natural,
podamos ir superando los problemas que, en ocasiones, pueden surgir por las
diferencias en las formas de expresión. Así es que como segunda clave
importante en ese proceso de “transmisión compartida” se establece la convivencia
entre diferentes tanto en experiencias como en expresiones de las mismas.
El valor del Patrimonio de las Personas
Mayores: empoderamiento y comunicación
El
patrimonio de las personas mayores se entiende como el capital que se va
acumulando a lo largo de cada experiencia vital mediante el contacto con
modelos y contextos educativos distintos (la familia, los iguales, entornos
informales...) y mediante la elección de lo mejor que otras generaciones han
ido legando. Se dice: “Es como un
trastero donde tenemos cosas guardadas y que hay que ir recordándolas”.
Está
relacionado con un sentido de continuidad, que es importante mantener para que
este insumo social no se pierda con el paso del tiempo, porque, eso sí, hay una
conciencia clara de que se cuenta con un patrimonio, con experiencias de vida
importantes y con un fuerte bagaje personal, que merece la pena
transmitir-compartir. Como bien expresa un participante: “Porque fueron somos, y porque somos serán”. Sin embargo, a pesar
de esta claridad respecto al patrimonio y la importancia de trasladarlo a las
nuevas generaciones, se expresa que dada la tecnificación de nuestras vidas es
posible que mucho del conocimiento social de las personas pueda correr el
riesgo de perderse, por lo que es necesario pensar en cómo afrontarlo para que
no ocurra. En este sentido, uno de los problemas prioritarios, que se han de
abordar y superar, es, precisamente, el de la comunicación, por no saber cómo
comunicar el patrimonio de que se dispone estimulando la curiosidad de los jóvenes.
Unos participantes comentan:
“si no conseguimos
interesar a la juventud, es porque tal vez no sabemos comunicarnos con ellos
(…) Para ello es importante que aprendamos a lanzar mensajes que transmitan
interés, y tener en cuenta esta barrera que frena y que viene reforzada por
falta de comunicación que hay por ejemplo en las familias, que centran los
diferentes momentos del día en la televisión”
Respecto
a esta cuestión de la comunicación, se necesita también intensificar la
motivación y analizar de qué modos se ha de guardar el conocimiento acumulado.
En esta dirección se apunta como idea la creación de un “banco del tiempo”
porque “algo hay que hacer con el tiempo
y la velocidad que alcanza la vida”.
Ahora
bien, el camino fundamental, o al menos uno de ellos, es abrir brecha en la
educación, entrando en los centros y entidades educativas con propuestas
intergeneracionales y participando activamente en esos contextos, comenzando
por entablar relaciones y elaborar propuestas con el profesorado y con otros
agentes sociales.
Una
participante expone algunas ideas de colaboración con el mundo educativo
señalando:
“Los abuelos pueden ir, por ejemplo, a
jornadas de puertas abiertas para contar cuentos, en las huertas, en el coro,
etc. y en cuanto al campo social, el voluntariado es una buena opción.
Pero
también la universidad podría jugar
un papel importante en este proceso, ya que abrir sus puertas supondría crear
oportunidades para aprender y estar con la juventud, favoreciendo la comunicación. Esto
provocaría un acercamiento, que facilitaría el proceso, ya que es importante
conocer los problemas y temas que preocupan a la juventud para saber qué
experiencias o qué conocimientos pueden tener valor.
Se
dice:
“Pero es necesario ser pedagógico, y tener en
cuenta la importancia de saber a quién, dónde, cómo…. Comunicar sí, pero hay
que diferenciar entre transmitir individualmente o colectivamente. Es
importante la traducción del propio mensaje”.
Por
tanto, no sólo es importante crear los contextos, sino cuidar cómo hacerlo y
esto requiere de un aprendizaje por parte de las personas mayores. Luego, en
este marco de transmisión-compartir se ha de atender a la formación para que
las personas mayores consigan conectar y compartir recuerdos, contrastarlos y
sistematizarlos y hacerlo utilizando medios diferentes, entre ellos los
proporcionados por las tecnologías de la información y comunicación.
Y, no
nos hemos de olvidar del ámbito comunitario. Sería necesario, igualmente, crear
situaciones para que se encuentren distintas generaciones y superar los
estereotipos relacionados con la edad, que poco ayudan a superar la distancia
generacional. Todo ello debiera de ir acompañado por una política institucional
que apoye las actuaciones intergeneracionales y favorezca la normalización de
la relación entre generaciones y por una reflexión en profundidad sobre el
sentido y contenido de los centros para mayores para que pudieran transitar
hacia modelos más abiertos al entorno social, a áreas de cultura… En
definitiva, se indica: “es necesaria la
reivindicación del conocimiento y la experiencia de las personas mayores, como
patrimonio cultural y social inmaterial”.
Para
concluir, hemos de tener en cuenta que, como en cualquier otro proceso de la
vida social y educativa en la que se impulsa un cambio en alguna dirección
distinta a la que está presente, adquiere un valor excepcional la actitud vital
que se despliegue en este caso hacia la cuestión intergeneracional. Por tanto,
en primer lugar, sería necesario impulsar y trabajar esa sensibilidad hacia lo
intergeneracional desde el ámbito familiar, para luego poderlo trasladar a otros contextos bien educativos y
formativos como asociativos, políticos...
En
segundo lugar, habrá que crear contextos, que constituyan puntos de encuentro para
la “transmisión-compartir” a través de la confluencia y convivencia
intergeneracional y, desde luego, en estos procesos deben involucrarse las
propias instituciones. En consecuencia, será necesario buscar puntos de interés
común a generaciones distintas en los que todos los agentes sociales y
educativos estén implicados para aprovechar las oportunidades y no perder el
capital experiencial y de conocimiento de nuestros mayores y de que mayores y
jóvenes no perdamos la memoria, sino que ésta constituya un motor para un
intercambio y enriquecimiento colectivos.