Carlos
Carnicero
La jubilación se entendía en la antigüedad como el
reconocimiento y la gratitud por una larga vida de servicios prestados. Se creía
que la entrega a una dedicación, a un servicio, era merecedora de un descanso cómodo.
Entonces, en la antigua Roma, la palabra de los ancianos jubilados era escuchada
con respeto y se valoraba su experiencia como fuente de sabiduría.
Hoy el concepto tiene otras acepciones. Mantiene la
primigenia pero se le han añadido otros significados, algunos coloquiales e
incluso despectivos. Se jubila antes de tiempo a quien se cree que ya no sirve
o a quien estorba a los planes de la empresa. Se jubila antes de tiempo para
abaratar costes, contratando personas que sustituyan a quienes llevan mucho
tiempo y ganan un salario más elevado
Estamos viendo cómo grandes compañías, incluso
algunas de ellas como Televisión Española, que es una empresa pública, adelgazan
sus nóminas mandado a casa a profesionales todavía jóvenes sin tener en cuenta
su experiencia y sin considerar el valor del trabajo que realizan. En esos
horizontes, cumplir 50 años es casi un certificado de que jamás se volverá a
disfrutar de un contrato. Se produce la paradoja de que aumenta la vida, la
vida útil, y sin embargo, la tendencia es acortar la vida laboral. Se dispone
de salud y de capacidad durante más tiempo, gracias a los avances de la ciencia
y, sin embargo, se desprecia esa capacidad y se aparta del mercado de trabajo a
personas competentes sólo porque llevan más tiempo en las empresas o
sencillamente por su edad. Quien no esté cerca de estos sucesos podría pensar en la ventaja de pasar a una
situación pasiva compensado con una pensión antes de lo que la ley y la lógica
imponen como razonable. Pero en muchos casos, una prejubilación o jubilación anticipada
es un desplazamiento prematuro en el viaje de la vida en donde los hábitos y
las costumbres, los proyectos, los sueños y las ambiciones no se han terminado de
realizar. Se le da descanso a quien muchas veces no lo quiere y no por ayudarle
sino por quitarle de en medio. Además del perjuicio que pueda causar
individualmente, la jubilación anticipada es un despilfarro de la experiencia
acumulada.
Considerar la juventud como un valor en sí mismo es
una estupidez. La responsabilidad social de la empresa es un compromiso de capa
caída arrastrado por los criterios puramente utilitaristas en los que se desprecia
la calidad y se busca el abaratamiento de los costes. La pretensión de que la
empresa es un lugar de encuentro entre la propiedad del capital y los
trabajadores no se sostiene en quienes por criterio de economía de costos
desprecian la dedicación. Al contrario de la Roma antigua, donde jubilar era
reconocer, se impone en esta sociedad globalizada que jubilar es apartar. Renovación
es una palabra ahora consagrada hasta en la Política. La tendencia es renovar
por renovar, no en función de abrir paso a quienes se considera que pueden ser
los mejores pero conservando a quienes ya lo han demostrado. Es también una
trampa para los más jóvenes porque las pretendidas facilidades de promoción son
sólo los primeros peldaños para quitarlos de en medio cuando haya otros más
baratos.