Ramon Zarrageta
Es un sueño
recurrente. Estoy en la puerta del Cielo queriendo entrar y San Pedro no me
deja, me dice que no es mi momento. Insisto. Sigue sin dejarme entrar. Atasco la
puerta. Tiene que venir Jesucristo y él me explica que no puedo entrar porque aún
no estoy muerto. Que me vuelva de donde he venido y que espere.
Así que me
quedo en la puerta. Bueno, cerca de ella. Hay allí un banco como esos de piedra
que hay en la tierra que son dos piedras verticales que hacen de pies y una piedra
horizontal, paralelepípeda que se apoya en las anteriores. Me quedo allí porque
no quiero volverme a la tierra, quiero entrar.
Mientras, hay
una larga fila a la entrada del cielo que en realidad no llega a formarse como
tal ya que la entrada es fluida, pero la gente acude a la entrada en
abundancia. Es lógico: con todos los que se mueren en el mundo con todos los
que son.
Y desde luego
los que vienen aquí ya saben ellos mismos que son los que deben de venir. No hay
apenas personas que sean rechazadas para que vayan al Infierno. De vez en
cuando alguno, que en todas partes hay algún listillo.
Me siento en
el banco y contemplo el Cielo. Es todo blanco y es algo así como una ciudad
medieval de perfil bajo rodeado de una muralla almenada con una puerta por
donde se entra. Todo es blanco, como algodonoso, como si estuviese formado por
las nubes. Hasta el suelo es blanco y como algodonoso. No llegas a ver tus pies
porque están metidos en algo blanco que no sientes. Debe ser la nube.
Ese Cielo con
forma de ciudad está situado como en la parte alta de una colina a la que se
llega subiendo por la ladera. La pendiente es pequeña y por tanto es fácil de
llegar. El banco en que estoy sentado está un poco más abajo que la puerta de
entrada, pero muy poco. Está situado a la izquierda de la puerta según se
accede a ella.
Miro con
envidia a las personas que acuden a la entrada y entran. No conozco a ninguna. Seria
mucha casualidad con lo grande que es el mundo. Y espero.
Espero y
reflexiono. No tengo que estar allí porque no estoy muerto. Esto debiera de ser
una buena noticia, saber que estoy vivo. Pero para mí es una mala noticia y
estoy entre triste y enfadado. No quiero volver a la tierra que es lo que me
han dicho porque no quiero vivir más. Así que estoy allí pasando el tiempo a
ver si de mientras me viene la muerte.
Y dándole vueltas
a estos pensamientos paso el tiempo hasta que se va el sueño porque despierto
en mi cama o porque se me pasa la fase del sueño.
Pero al de
unos pocos días vuelvo a soñar lo mismo. Es un sueño recurrente.
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