por María Alonso Trueba
alumna de 4º Educación social
en prácticas en Hartu-emanak
Las percepciones que unas personas
tenemos acerca de otras juegan un papel importante en nuestra voluntad de
acercarnos y mantener relaciones con otros. Se ha planteado mucho el tema de
cómo son percibidas las personas mayores por el resto de miembros de la sociedad. Según
estudios contrastados las personas mayores son percibidas por la sociedad,
sobre todo, como molestas, inactivas, y tristes y dependientes. Esta visión
contrasta con la que tienen las personas mayores de sí mismas: más divertidas,
menos tristes y más activas de lo que los demás piensan. Lo preocupante de
datos como estos es que muchas personas mayores tienden a comportarse en base a
la imagen dominante de la sociedad que según mi punto de vista, otro motivo
para impulsar relaciones intergeneracionales positivas, que mejoren la imagen
que las generaciones más jóvenes tienen de las personas mayores.
Otro punto que quiero destacar son las relaciones
abuelos-nietos, suelen ser positivas, y se ponen en marcha sobre la base del
respeto y del cariño. La gran mayoría de las personas mayores se sienten
bastante o muy satisfechas con su relación con los nietos; y, en el caso de
actuar de cuidadores, prevalece la sensación de que cuidar a los nietos es más
un placer que una obligación.
En cuanto
al entorno
creo que pretende adoptar una visión del envejecimiento como un proceso natural
en la vida de las personas, una experiencia positiva, y no como un problema.
Que requiere un cambio de las actitudes sociales, a partir de la superación de
aquellos discursos que transmiten un concepto de persona mayor pobre, infantil
y limitado. El objetivo que el contexto social persigue es conseguir la
inclusión y participación activa en la sociedad del colectivo de personas mayores,
en todas las esferas y dimensiones de la política, y en contra de una
“exclusión por edad”.
El envejecimiento positivo tiene que ir
más allá de la participación de las personas mayores en iniciativas solidarias.
La incorporación de las personas mayores en otras dimensiones como fuente de
participación social es necesaria para que se represente la realidad de las
personas mayores y su aportación a la sociedad, centrándose no solo en el
cuidado de los nietos ni en el bienestar social.
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