domingo, 16 de febrero de 2014

La Soledad


por Ismael Arnaiz Markaida
Hartu-emanak

Algunos aseguran que la vida es como un viaje en tren. Cuando nacemos nos subimos al tren e iniciamos el viaje de nuestra vida muy bien acompañados. Están con nosotros nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros abuelos. Durante el “viaje”, se van incorporando otras personas: amigos, compañeros de colegio, de trabajo. Algunos nos casamos y van llegando los hijos, luego los nietos. Durante mucho tiempo, en el compartimento del tren en el que viajamos, siempre hay gente. Gente que viaja a nuestro lado, con la que compartimos... la vida.
Pero llegan momentos en los que algunos de nuestros compañeros de viaje se van “apeando”. Terminan su viaje o aprovechan un “cambio de vía” para iniciar otro trayecto. Nos vamos quedando solos. Nos llega la SOLEDAD. Una soledad que puede ser deseada y bien gestionada, o que puede ser causa de tristeza, de fragilidad social, de desarraigo y de marginación. Esta es una reflexión que debemos hacer con seriedad y una situación que debemos prevenir con tiempo.
Siguiendo con la semejanza de la vida con un viaje en tren, se podría decir que debemos estar con la puerta de nuestro compartimento siempre abierta, permitiendo que entren nuevos compañeros de viaje. Debemos estar abiertos a nuevas relaciones y aceptar nuevos roles sociales que nos permitan seguir integrados con el resto de viajeros, siendo plenamente conscientes de que siempre necesitamos algo de los demás, y de que los demás también necesitan de nosotros. Y lo que es muy importante.... ¡que somos capaces de dárselo!
En caso contrario, la pérdida, la ausencia de las personas que nos venían acompañando a lo largo de la vida y el hecho de no sentirnos útiles ayudando a otros, serán algunas de las principales causas de que se apodere de nosotros un sentimiento de SOLEDAD, que, como decía antes, nos puede llevar a la tristeza, la fragilidad social, el desarraigo y la marginación, hasta el punto de que, según los expertos, la SOLEDAD es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos las personas mayores.
Por eso, seguir cultivando relaciones de confianza con personas de la misma edad, e incluso de otras generaciones más jóvenes, es un reto más que debemos superar cuando llegamos “a ser mayores”, ya que las relaciones interpersonales impulsan la participación social y son un aspecto clave para el Envejecimiento Activo en sus dos dimensiones: Saludable para la persona que envejece y Rentable para la Sociedad en la que se envejece.

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