martes, 12 de noviembre de 2019

No todas las religiones son de amor (2ª parte)


Pedro Zarrageta
En 1095, con la llamada a la primera cruzada se desencadenaron una serie de persecuciones contra los judíos en los que grupos de cruzados procedentes de Francia y Alemania. Las comunidades judías de Renania eran relativamente ricas, en parte debido a su aislamiento y en parte porque, al contrario de las comunidades cristianas, que solo trabajaban sus las tierras, los judíos podían dedicarse legalmente al negocio del préstamo de dinero. Además muchos cristianos se preguntaban por qué debían viajar cientos de kilómetros para luchar contra los no creyentes, si ya tenían grupos de ellos viviendo cerca de sus hogares. Personas que no practicaban la religión del amor.
Siguiendo con el relato de Maristella Botticini (catedrática de economía de la Universidad Bocconi de Milán) y de Zvi Eckstein (catedrático de la Universidad de Tel Aviv y decano de la facultad de economía del IDC Herzliya de Israel) en su libro “Los pocos elegidos”, de 622 a 1258, las grandes comunidades judías de Oriente Próximo, , norte de África, Península Ibérica, y la miríada de comunidades judías presentes en la Europa cristiana se transformaron en un amplio abanico de actividades urbanas, como la artesanía especializada, el comercio al por menor, mercaderes a larga distancia, el préstamo pecuniario, recaudación de impuestos, medicina y docencia. ¿Qué explica esta transición espectacular de los judíos? Es un hecho desconcertante.
Hacia 1100 el préstamo a interés era la ocupación por excelencia de los judíos. Y la consecuencia fue que a partir del 1250, más o menos, los judíos europeos han estado jalonados por episodios de persecuciones, conversiones forzadas al cristianismo, la amenaza constante de prohibiciones temporales, y expulsiones permanentes.
En 1275, el rey inglés Eduardo I dictó un decreto que prohibía a los judíos prestar dinero a interés, aunque les permitía dedicarse al resto de actividades: comercio, oficios artesanales, e incluso arrendar tierras, en vista de que los judíos al parecer no querían (o no sabían) ocuparse en labores agrícolas, artesanales o comerciales, el monarca promulgó un edicto en 1290 que los desterraba de Inglaterra. Cerca de 15.000 judíos prefirieron abandonar el país y emigrar a Flandes, Francia, Italia, Alemania, la Península Ibérica y, en pocos casos, al Magreb y a Egipto, antes que renunciar a prestar dinero y convertirse en agricultores o artesanos.

También en Francia, por el mismo motivo, 1182, bajo el reinado de Felipe II, fueron objeto de varios decretos de destierro. La última expulsión de los judíos franceses tuvo lugar en 1394, bajo el reinado de Carlos VI, tras la cual tardarían más de dos siglos en volver a ser readmitidos en Francia.
Las expulsiones en Alemania fueron más complicadas toda vez que los judíos desterrados de una ciudad o principado solían asentarse en otra ciudad o principado autónomos. Al igual que en otras partes de Europa, las expulsiones más considerables tuvieron lugar a raíz de la peste negra de 1348, y en 1394. Pero los numerosos edictos de destierro promulgados por las ciudades alemanas en los siglos XV y XVI indican que los judíos no tardaban en regresar a Alemania, a diferencia de lo que ocurrió en el caso de Inglaterra. En los siglos XIV y XV se produjo una gran oleada de migraciones de judíos procedentes de Alemania hacia Bohemia, Moravia y Polonia, oleada que contribuyó al crecimiento de las comunidades judías en Europa del Este, que hacia 1880 llegarían a rozar los cinco millones de individuos. Posteriormente en 1492, viene su expulsión de los reinos de España: Castilla y Aragón, en 1497 lo son de Portugal y en 1498 expulsados del reino de Navarra.
En Nápoles lo fueron en 1541. Génova para entonces ya había prohibido el acceso a este grupo en el pasado, procedió a vender como esclavos a los que accedieron sin permiso a su república. Los Estados Pontificios –donde se encontraba la sede de la Iglesia católica– también al final tuvieron que expulsarlos a finales del siglo XVI.

Con el movimiento sionista aparece el Irgún, popularmente conocido como Etzel, acrónimo de sus iniciales en hebreo Irgun Zevai Leumi. Fue una organización paramilitar y terrorista sionista que operó durante el Mandato Británico de Palestina, entre los años 1931 y 1948. Se estableció como una derivación militante de la Haganá. La Haganá fue una organización paramilitar de autodefensa judía creada en 1920, durante la época del Mandato británico de Palestina.
Después vino lo que ya conocemos, Hitler, y el antisemitismo del comunismo desde los inicios de la Revolución Bolchevique hasta al fin de la “Era Estalinista”. A pesar de que el comunismo se mostró en la propaganda como una ideología que rechazaba el racismo hacia los judíos, lo cierto fue que miles de hebreos serían asesinados por su condición a manos de las tropas soviéticas, primero en la Guerra Civil Rusa, luego en la Segunda Guerra Mundial, y finalmente en la Guerra Fría tras la Conspiración de las Batas Blancas de 1953. También posteriormente en 1968 en Polonia, miles de judíos fueron declarados enemigos del Partido Comunista y tuvieron que abandonar el país.
A la muerte de Adolf Hitler, los campos de concentración comenzaron a ser liberados, y muchos presos judíos optaron por “el ojo por ojo”. Así acaeció en centros de muerte como Dachau, donde los guardias germanos que guardaban el lugar fueron torturados por los mismos reos tras la llegada de los aliados.
Esas represalias aisladas pueden ser calificadas de minucias si se comparan con los planes de los autoproclamados «Vengadores», un grupo de medio centenar de judíos que, finalizada la Segunda Guerra Mundial, planeó envenenar y asesinar como represalia a más de seis millones de alemanes. Esta desconocida historia, ha sido desvelada por el diario « The Telegraph» y también por un nuevo documental llamado « Holocaust: The Revenge Plot» (producido por el británico «Channel 4»).
Hay también otras declaraciones como la de Joseph Harmatz, quien ha explicado que logró envenenar a unos 400 soldados alemanes en un campo de prisioneros de Núremberg.
Y termina la historia, que no termina, ocupando un territorio ya ocupado como lo habían hecho antes en tiempos bíblicos: Canaan, la vuelta de Egipto que como no encuentran ningún lugar libre, terminan destruyendo Jericó (lo de las trompetas). Y aquí vuelven a aplicar un ojo por ojo. Un el holocausto sobre un pueblo que no tuvo nada que ver con su holocausto.
Este es el recorrido de la religión sin amor a los que son diferentes, la del “diente por diente”.
Referencias

https://www.dw.com/es/polonia-y-el-destierro-de-los-jud%C3%ADos/a-42897873

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