Pedro Zarrageta
En 1095, con
la llamada a la primera cruzada se desencadenaron una serie de persecuciones contra los judíos en los
que grupos de cruzados procedentes de Francia y Alemania. Las comunidades
judías de Renania eran relativamente ricas, en parte debido a su aislamiento y
en parte porque, al contrario de las comunidades cristianas, que solo trabajaban
sus las tierras, los judíos podían dedicarse legalmente al negocio del préstamo
de dinero. Además muchos cristianos se preguntaban por qué debían viajar
cientos de kilómetros para luchar contra los no creyentes, si ya tenían grupos
de ellos viviendo cerca de sus hogares. Personas que no practicaban la religión
del amor.
Siguiendo con
el relato de Maristella Botticini (catedrática de economía de la Universidad
Bocconi de Milán) y de Zvi Eckstein (catedrático de la Universidad de Tel Aviv
y decano de la facultad de economía del IDC Herzliya de Israel) en su libro “Los pocos elegidos”, de 622 a 1258, las
grandes comunidades judías de Oriente Próximo, , norte de África, Península Ibérica,
y la miríada de comunidades
judías presentes en la Europa cristiana se transformaron en un amplio abanico
de actividades urbanas, como la artesanía especializada, el comercio al por menor, mercaderes a larga distancia, el
préstamo pecuniario, recaudación de
impuestos, medicina y docencia. ¿Qué explica esta transición espectacular de los judíos? Es un hecho desconcertante.
Hacia 1100 el
préstamo a interés era la
ocupación por excelencia de los judíos. Y la consecuencia fue que a partir del
1250, más o menos, los judíos europeos han
estado jalonados por episodios de persecuciones, conversiones forzadas al cristianismo, la amenaza
constante de prohibiciones temporales, y expulsiones permanentes.
En 1275, el
rey inglés Eduardo I dictó un decreto que prohibía a los judíos
prestar dinero a interés, aunque les permitía dedicarse al resto de
actividades: comercio, oficios artesanales,
e incluso arrendar tierras, en vista de
que los judíos al parecer no querían (o no sabían) ocuparse en labores agrícolas, artesanales o
comerciales, el monarca promulgó un
edicto en 1290 que los desterraba de Inglaterra. Cerca de 15.000 judíos prefirieron abandonar el país y emigrar a
Flandes, Francia, Italia, Alemania,
la Península Ibérica y, en pocos casos, al Magreb y a Egipto, antes que
renunciar a prestar dinero y convertirse en agricultores o artesanos.
También en
Francia, por el mismo motivo, 1182, bajo el reinado de Felipe II, fueron objeto
de varios decretos de destierro. La última expulsión de los judíos franceses
tuvo lugar en 1394, bajo el
reinado de Carlos VI, tras
la cual tardarían más de dos siglos en volver
a ser readmitidos en Francia.
Las
expulsiones en Alemania fueron más complicadas toda
vez que los judíos desterrados de una ciudad o principado solían asentarse en otra ciudad o principado autónomos.
Al igual que en otras partes de
Europa, las expulsiones más considerables tuvieron lugar a raíz de la peste negra de 1348, y en 1394.
Pero los numerosos edictos de
destierro promulgados por las ciudades alemanas en los siglos XV y XVI
indican que los judíos no tardaban en regresar a Alemania, a diferencia de lo que ocurrió en el caso de
Inglaterra. En los siglos
XIV y XV se produjo una gran oleada de
migraciones de judíos
procedentes de Alemania hacia Bohemia, Moravia y Polonia, oleada que
contribuyó al crecimiento de las comunidades judías en Europa del Este, que hacia 1880 llegarían
a rozar los cinco millones de individuos.
Posteriormente en 1492, viene su expulsión de los reinos de España: Castilla y Aragón,
en 1497 lo son de Portugal y en 1498 expulsados del reino de Navarra.
En Nápoles lo fueron en 1541. Génova para entonces ya había
prohibido el acceso a este grupo en el pasado, procedió a vender como esclavos a los
que accedieron sin permiso a su república. Los Estados
Pontificios –donde se encontraba la sede de la Iglesia católica– también al
final tuvieron que expulsarlos a finales del siglo XVI.
Con el
movimiento sionista aparece el Irgún,
popularmente conocido como Etzel,
acrónimo de sus iniciales en hebreo Irgun
Zevai Leumi. Fue una organización paramilitar y terrorista sionista que
operó durante el Mandato Británico de Palestina, entre los años 1931 y 1948. Se
estableció como una derivación militante de la Haganá. La Haganá fue una organización paramilitar
de autodefensa judía creada en 1920, durante la época del Mandato británico de
Palestina.
Después vino lo
que ya conocemos, Hitler, y el antisemitismo del comunismo desde los inicios de
la Revolución Bolchevique hasta al fin de la “Era Estalinista”. A pesar de que
el comunismo se mostró en la propaganda como una ideología que rechazaba el
racismo hacia los judíos, lo cierto fue que miles de hebreos serían asesinados
por su condición a manos de las tropas soviéticas, primero en la Guerra Civil
Rusa, luego en la Segunda Guerra Mundial, y finalmente en la Guerra Fría tras
la Conspiración de las Batas Blancas de 1953. También posteriormente en 1968 en
Polonia, miles de judíos fueron declarados enemigos del Partido Comunista y
tuvieron que abandonar el país.
A la muerte de Adolf Hitler, los campos de concentración comenzaron a ser liberados, y muchos
presos judíos optaron por “el ojo por ojo”. Así acaeció en centros de muerte
como Dachau, donde los
guardias germanos que guardaban el lugar fueron
torturados por los mismos reos tras la llegada de los aliados.
Esas represalias aisladas pueden ser calificadas de
minucias si se comparan con los planes de los autoproclamados «Vengadores»,
un grupo de medio centenar de judíos que, finalizada la Segunda Guerra Mundial, planeó envenenar y asesinar como
represalia a más de seis millones de alemanes. Esta desconocida historia, ha
sido desvelada por el diario « The Telegraph» y también por un nuevo documental llamado « Holocaust: The Revenge Plot» (producido por el británico «Channel 4»).
Hay también otras
declaraciones como la de Joseph Harmatz, quien ha explicado que logró envenenar a
unos 400 soldados alemanes en un campo de prisioneros de Núremberg.
Y termina
la historia, que no termina, ocupando un territorio ya ocupado como lo habían hecho
antes en tiempos bíblicos: Canaan, la vuelta de Egipto que como no encuentran ningún
lugar libre, terminan destruyendo Jericó (lo de las trompetas). Y aquí vuelven
a aplicar un ojo por ojo. Un el holocausto sobre un pueblo que no tuvo nada que
ver con su holocausto.
Este es el
recorrido de la religión sin amor a los que son diferentes, la del “diente por
diente”.
Referencias
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