sábado, 9 de noviembre de 2019

El cuento mal contado


Érase una vez dos reinos vecinos gobernados por el Rey Blanco y el Rey Negro respectivamente. Ambos convivían pacíficamente conservando sus costumbres y características particulares. Repentinamente, ambos reinos se vieron asolados por unos años de sequía que acabaron con las cosechas y trajeron el hambre.
El Rey Blanco decidió fijar los precios de los alimentos para evitar abusos y la corona compró grano con sus propios fondos para repartirlo entre los más necesitados.
El Rey Negro optó por dejar actuar al mercado, los precios crecieron y comenzó la especulación sobre los alimentos, privando así a una buena parte de la población del sustento.
En el reino del Rey Negro gran parte de la población, los más desfavorecidos murió por hambre. Solo quienes tenían recursos, pudieron pagar los altos precios de los alimentos. Sin embargo en el reino del Rey blanco, aunque escasamente todo el mundo podía comer.
La hambruna se prolongó durante varios años.
Y mientras en el reino del Rey Blanco se acudió a un racionamiento muy estricto y todos los súbditos pasaban hambre, en el reino del Rey Negro los ricos también empezaron a morirse hasta la total extinción, al no haber habido ningún control sobre los alimentos y haberse extinguido, ya no quedaron alimentos ni aun pagando fortunas desorbitadas.
Poco a poco, la sequía fue remitiendo y la población del reino del Rey Blanco volvió a la normalidad, la población creció de nuevo y hasta comenzaron a ocupar los campos y ciudades abandonadas del reino del Rey Negro.
Y cuando concluyó, el reino del Rey Negro había desaparecido, sólo quedaban campos desiertos y ciudades fantasmas. Todos habían acabado sucumbiendo cuando los alimentos tocaron a su fin.
Y aquí termina la historia. La contada aquí arriba es la historia autentica. Sin embargo la que nos ha llegado es la versión contada por Milton Friedman en la cual en el reino del Rey Negro sobrevivieron los que tenían más recursos pero en el reino del Rey Blanco se acabaron los alimentos y todos murieron.
Debió ser una sequía cortita, pues de haberse prolongado como ocurrió en el cuento autentico, al no haber un control sobre los alimentos como estableció el Rey Blanco, los alimentos hubiesen desaparecido antes del fin de la sequía.
Pero ¿quién fue Milton Friedman?. Fue un economista e intelectual estadounidense fundador de la Escuela de Economía de Chicago, una escuela económica defensora acérrima del libre mercado. Cierto que fue ganador del Premio Nobel de Economía en 1976, en los años previos a Margaret Thatcher (1979 a 1990) y Ronald Reagan (1981 – 1989).
Milton con su cuento mal contado extraía su moraleja: el mercado corrige y permite crecer aún a costa de penosos sacrificios.
Galbraith, economista canadiense, por el contrario, se negó a aceptar moraleja alguna y simplemente concluyó: SIEMPRE HAY OTRA ALTERNATIVA Y NUESTRO DEBER ES BUSCARLA CON PASIÓN E INSISTENCIA.
Siempre hay otro camino. La resignación a los intereses del mercado es simplemente suicida.
Siempre hay otro camino. Nuestro deber es buscarlo con pasión e insistencia y quienes no quieran seguirnos, quedarán atrás en las brumas del olvido.

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