Érase una vez
dos reinos vecinos gobernados por el Rey Blanco y el Rey Negro respectivamente.
Ambos convivían pacíficamente conservando sus costumbres y características
particulares. Repentinamente, ambos reinos se vieron asolados por unos años de
sequía que acabaron con las cosechas y trajeron el hambre.
El Rey Blanco
decidió fijar los precios de los alimentos para evitar abusos y la corona
compró grano con sus propios fondos para repartirlo entre los más necesitados.
El Rey Negro
optó por dejar actuar al mercado, los precios crecieron y comenzó la
especulación sobre los alimentos, privando así a una buena parte de la
población del sustento.
En el reino
del Rey Negro gran parte de la población, los más desfavorecidos murió por
hambre. Solo quienes tenían recursos, pudieron pagar los altos precios de los
alimentos. Sin embargo en el reino del Rey blanco, aunque escasamente todo el
mundo podía comer.
La hambruna
se prolongó durante varios años.
Y mientras en
el reino del Rey Blanco se acudió a un racionamiento muy estricto y todos los súbditos
pasaban hambre, en el reino del Rey Negro los ricos también empezaron a morirse
hasta la total extinción, al no haber habido ningún control sobre los alimentos
y haberse extinguido, ya no quedaron alimentos ni aun pagando fortunas
desorbitadas.
Poco a poco, la
sequía fue remitiendo y la población del reino del Rey Blanco volvió a la
normalidad, la población creció de nuevo y hasta comenzaron a ocupar los campos
y ciudades abandonadas del reino del Rey Negro.
Y cuando
concluyó, el reino del Rey Negro había desaparecido, sólo quedaban campos
desiertos y ciudades fantasmas. Todos habían acabado sucumbiendo cuando los
alimentos tocaron a su fin.
Y aquí termina
la historia. La contada aquí arriba es la historia autentica. Sin embargo la
que nos ha llegado es la versión contada por Milton Friedman en la cual en el
reino del Rey Negro sobrevivieron los que tenían más recursos pero en el reino
del Rey Blanco se acabaron los alimentos y todos murieron.
Debió ser una
sequía cortita, pues de haberse prolongado como ocurrió en el cuento autentico,
al no haber un control sobre los alimentos como estableció el Rey Blanco, los
alimentos hubiesen desaparecido antes del fin de la sequía.
Pero ¿quién
fue Milton Friedman?. Fue un economista e intelectual estadounidense fundador
de la Escuela de Economía de Chicago,
una escuela económica defensora acérrima del libre mercado. Cierto que fue ganador
del Premio Nobel de Economía en 1976, en los años previos a Margaret Thatcher (1979
a 1990) y Ronald Reagan (1981 – 1989).
Milton con su
cuento mal contado extraía su moraleja: el mercado corrige y permite crecer aún
a costa de penosos sacrificios.
Galbraith, economista
canadiense, por el contrario, se negó a aceptar moraleja alguna y simplemente
concluyó: SIEMPRE HAY OTRA ALTERNATIVA Y NUESTRO DEBER ES BUSCARLA CON PASIÓN E
INSISTENCIA.
Siempre hay
otro camino. La resignación a los intereses del mercado es simplemente suicida.
Siempre hay
otro camino. Nuestro deber es buscarlo con pasión e insistencia y quienes no
quieran seguirnos, quedarán atrás en las brumas del olvido.
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