domingo, 16 de marzo de 2014

Matar el tiempo



Por Bergara
miembro de Hartu-emanak
Pienso que todos hemos utilizado en alguna ocasión la expresión: “Matar el tiempo”. Y al hacerlo creo que nos referíamos a inactividad, apatía, indiferencia, pasividad, o, en el mejor de los casos, para definir lo que podían hacer las Personas Mayores después de una vida de duro trabajo: “matar el tiempo”. O lo que sería lo mismo...¡descansar! Tal vez como una forma de prepararse para el “descanso eterno”.
Y al recordar esto, me viene la imagen de aquellos grupos de personas mayores, bastón en ristre, sentados uno junto al otro en un banco del parque si hacía buen tiempo o del pórtico de la iglesia cuando llovía. Con la mirada perdida en la distancia y un rotundo silencio acompañando su quietud. Sin duda estaban intentando....”matar el tiempo”.
Pero las personas mayores, como el conjunto de la sociedad, hemos evolucionado, y en la actualidad eso de “matar el tiempo”, como que no tiene sentido. Llegamos a esa “categoría” social de “mayores” en mejores condiciones físicas, mentales y económicas que generaciones anteriores. Con una mayor esperanza de vida y con muchas más capacidades para hacer muchas otras cosas, y no simplemente...”matar el tiempo”.
Debemos tener muy presente que el tiempo es vida, y por lo tanto “matar el tiempo” equivale a “matar la vida”, desperdiciarla, desaprovechar las muchas oportunidades que nos proporciona el cese de la vida laboral y/o de atención a la familia. Oportunidades que debemos aprovechar para envejecer de forma saludable para nosotros mismos, y productivo para el conjunto de nuestro entorno familiar y social.
En consecuencia, lo razonable, es envejecer de forma saludable mediante ejercicio físico, una buena alimentación, teniendo pensamientos positivos.... Pero para completar y potenciar ese envejecimiento saludable, también es necesario estar socialmente bien. Integrados en el entorno social en el que vivimos, dando nuestro tiempo (en vez de matarlo) a los que necesitan algo de nosotros, poniendo a disposición de los demás nuestras capacidades, nuestros conocimientos y nuestra experiencia.
Sólo así “daremos VIDA  al tiempo”, y envejeceremos, plenamente, de forma saludable.

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