por Sonia Acero
Responsable del Proyecto de Educación para la
Solidaridad
del Colegio Santa María de Portugalete
“Pocos apostarían por unir la arruga y el acné, pocos creerían
lógicamente que estos dos signos de edad tuvieran alguna vez algo que ver.
Es normal, cada uno de ellos, marca, inevitablemente, una manera
distinta de ser y estar en el mundo, unas ganas
diferentes de pasear por la vida.
Es distinto el cansancio sentido, el tono de la piel que alberga una
espinilla o una arruga que habla por sí sola, el gesto, el brillo de los ojos,
la comisura del labio...todo es distinto en ellos... y sin embargo ¡de cuánta
vida contenida nos habla el acné, de cuánta donada la arruga!...
Mezclarlas parece casi una locura, un disparate, un grave error...la
juventud por su lado, vitalmente rompedora, la vejez por el suyo, reposadamente
sabia, adormilada...
Sin embargo...¿ no pertenecen las dos al mismísimo ciclo de la vida?¿
No son ambas imprescindibles para el ritmo de la historia? No imagino un viejo
que no haya sido joven, que anhele serlo, no imagino un joven, que aunque en
algún momento se haya visto cegado por la locura de la eterna juventud, no se
imagine, incluso anhele llegar a ser viejo porque en el fondo sabe, que así,
sólo así, llegará a realizarse del todo, completando el ciclo..., sin vuelta de
hoja.”
(Sobre los proyectos intergeneracionales)
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