miércoles, 13 de diciembre de 2017

Un nuevo contrato social y generacional




Mario Cugat i Leseurs
Presidente de FATEC
(Federación de Asociaciones de
Gente Mayor de Catalunya)

El campo de actividades de voluntariado es muy amplio; a modo de ejemplo, mencionamos algunas:
  • Asesoramiento a las administraciones públicas.
  • Control de calidad en hospitales, residencias y servicios sociales.
  • Compañía hospitalaria a enfermos.
  • Mantenimiento y reparaciones domesticas para personas pobres.
  • Acompañamientos de solitarios y dependientes, de paseo o a domicilio.
  • Gestiones para enfermos e impedidos.
  • Culturización y formación profesional de inclusión social.
  • Inserción social de colectivos marginados.
  • Recepción, atención e integración de inmigrantes.
  • Actividades intergeneracionales en las escuelas.
  • Proyectos de recuperación de barrios y pueblos.
  • Investigación y documentación sobre todo tipo de hechos culturales antiguos.
  • Recuperación y mantenimiento de tradiciones, bailes, folclore e historia local.
  • Documentación y cuidado de la memoria histórica.
  • Recuperación y restauración de bibliotecas y documentos antiguos.
  • Restauración y reconstrucción de monumentos y obras de arte.
  • Repoblación forestal.
  • Enseñanza, protección y cuidado del entorno natural.
  • Trazado y señalización de senderismo histórico.
  • Guías de museos, monumentos y rutas turísticas culturales.
  • Recogida de datos para encuestas.
  • Verificación del mobiliario e instalaciones municipales y bienes ciudadanos.
Creemos que, con las herramientas de que dispone actualmente la sociedad, sociales, fiscales, laborales, de Seguridad Social, con las legislaciones vigentes y, en resumen, con la actual ordenación del país y de sus estructuras, no será posible resolver los problemas que se producirán debido al importantísimo aumento de personas mayores jubiladas y pensionistas que se acerca, inexorablemente, en las próximas décadas.
Deberá establecerse un nuevo contrato social y generacional, pactado entre todas las fuerzas políticas, culturales, sociales y económicas, así como los distintos segmentos de edad, que pueda hacer frente a las nuevas necesidades que impondrá la demografía, entre las que estará la de reubicar al colectivo de personas mayores, hoy todavía emergente, y cuyo rol está por definir entre todos, dado que, por primera vez en la historia, adquiere perfil propio en el seno de la colectividad.
Y aprovechar la disponibilidad y las capacidades variadas de las personas de edad para que, a través del voluntariado, ayudando a la sociedad y a los conciudadanos, encuentren un papel claro y reconocido, estimulante, eficiente y productivo que dé lugar a una vida jubilada feliz y atractiva.
Debe ser un pacto que se vaya desarrollando, quizás, paulatinamente a lo largo de los próximos años, a medida que vayan concretándose los diferentes datos, experiencias e informaciones, a través de un debate progresivo y dinámico, serio y comprometido, entre todas las partes constitutivas de una sociedad que quiere responder a los nuevos retos con antelación y previsión suficiente.
La propuesta que presentamos en este documento formaría parte del nuevo contrato como una más de las muchas resoluciones que deberán tomarse.
No es a las generaciones actuales de personas mayores a quien corresponde decidir cómo debe ser este pacto, ya que sus conocimientos, experiencias e informaciones son del pasado, y lo que se necesitará es que lo hagan las generaciones activas actuales y venideras, con datos y prospectivas fiables y con capacidad de pactar y decidir su propio futuro. Pero sí podemos proponerlo, estimularlo, advertir de su imperiosa necesidad y colaborar, si nos lo piden, en aquello que nos sea posible, por el interés que tenemos de dejar la mejor herencia y el mejor país a nuestros sucesores.

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