Victoria
Artiach
Psicóloga
psicoterapeuta
publicado por Plusesmas.com
Los abuelos son canales
indispensables para la transmisión cultural; la transmitieron a los hijos y
siguen desarrollando esta función con los nietos. Tienen una gran importancia,
silenciada por una sociedad que respeta poco o nada, el valor, la experiencia y
la sabiduría que a lo largo de muchos años han podido desarrollar las personas
mayores.
Debido a la complicada red económico
social en la que estamos inmersos, muchos padres tienen que dejar a sus hijos
al cuidado de los abuelos y suplir con ello el coste de una guardería o de
personal escasamente cualificado. En otros casos, la vinculación con ellos
puede no ser tan estrecha y ceñirse a periodos vacacionales exclusivamente o a
esporádicas visitas. Sea de un modo u otro, esta relación familiar puede ser
una vía para hacer a los nietos depositarios del potencial de conocimientos y
experiencia que poseen los abuelos.
Cuando los nietos son adolescentes, la misión del abuelo
o abuela puede extenderse más allá de ser meros cuidadores y convertirse en
transmisores de habilidades u oficios, además de excelentes motivadores. Donde
no llegan los padres, pueden llegar los abuelos, quienes gracias a la edad, se
han vuelto más comprensivos, empáticos, y tienen tiempo para escuchar. (……)
A través del diálogo y la reflexión, se
potencia y estimula la motivación necesaria para seguir descubriendo cada vez
más, en un interesante juego de creatividad y activación mental. (……)
Para tener una buena y fructífera
relación, los abuelos deberán buscar y potenciar, siempre, lo mejor que hay en
cada uno de sus nietos.
Gracias a que los abuelos tienen permiso para «mal
educar», mimando e intentando comprender mejor que lo hicieron con sus hijos,
tienen acceso al corazón de sus nietos y con ello la clave para motivarlos. (……)
Padres y abuelos se sorprenden cuando
observan que uno de sus hijos o nietos están desmotivados, abúlicos, faltos de
interés y casi deprimidos. No se puede entender estas reacciones cuando se les
da todo lo necesario para que sean felices. Hay una razón muy importante para
estar con la moral por los suelos: baja autoestima.
Cuando un niño, tiene una mala imagen
de sí mismo, no es fácil convencerlo de que está en un error. Los adolescentes
pasan por etapas de inseguridad propias de una edad en la que ya no son niños y
tampoco adultos. Las contradicciones forman parte del pensamiento y, por lo
tanto, la confusión y, al mismo tiempo, la arrogancia de creer que están en
posesión de la verdad los lleva a chocarse incesantemente con todo el mundo y
consigo mismos, pasando de un extremo a otro, sin lograr un mínimo de
equilibrio. Se enfrentan a los padres, pues necesitan crear su propia identidad
y ser diferentes a ellos. Al mismo tiempo, quieren ser iguales que sus
compañeros, aunque no del todo.
Establecen una dinámica competitiva en
la que nunca se sienten lo suficientemente bien, siempre creen que hay alguien
mejor. En resumidas cuentas es una etapa, psicológicamente hablando, terrible,
contradictoria, y aunque se nos ha olvidado, nosotros también hemos pasado por
ella.
Es muy importante escuchar atentamente
los motivos que tienen los jóvenes para sentirse mal o confusos. Tendemos a
minimizar sus complejos y dificultades lo que los hace sentirse más
incomprendidos y distantes de los mayores. (……)
Pedro decidió ir a pescar con su nieto
todos los sábados. Juntos se organizaban el día, y pasaban largas horas en
plena naturaleza, lo que permitió gozar de un tiempo maravilloso para poder
compartir secretos y confidencias. A las cuatro sesiones de pesca, Pedro supo
que la indecisión de su nieto era provocada por miedo de no estar a la altura y
defraudar a sus padres. Se sentía internamente presionado por exigencias propias
y ajenas. En este caso, Pedro se convirtió en un excelente mediador. Pidió a la
familia que confiaran más en él y aceptasen que necesitaba tiempo para
reflexionar antes de decidirse; a su nieto le ayudó a valorarse a sí mismo.
Los abuelos tienen mucho que enseñar. Poseen «trozos» de
historia vividos por ellos mismos que pueden transmitir. Tienen conocimientos y
habilidades que no deben perderse. Han almacenado montañas de experiencias que
pueden mostrarnos diferentes modos de vivir, y cómo afrontar las dificultades o
las alegrías de la vida. (……)
En muchas ocasiones, he escuchado
frases de reconocimiento de los nietos hacia sus abuelos. Personas de no
importa qué edad ni de qué clase social o cultural sean, recuerdan con cariño
lo que les enseñó o hizo por ellos un abuelo o abuela. He observado gestos de
emoción y ternura por esa actividad callada, en ocasiones poco valorada, de los
abuelos para con sus nietos. Los «mal educadores» poseen mayor capacidad de
comprensión y paciencia; cualidades estas que han ido adquiriendo con la
madurez y el sentido común. Han tenido y tienen una gran importancia en la
transmisión cultural de todos los pueblos.
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