Fuente:
Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC)
Ministerio de Economia y
Competitividad
Introducción
El
envejecimiento de la población es uno de los fenómenos sociales más importante
de este siglo XXI. Los grandes capítulos de gasto público están asociados de
alguna forma a la edad, por lo que éstos están afectados por el cambio en las
estructuras de edad, y en concreto por el aumento del número y proporción de
personas mayores. La demografía del envejecimiento se centra en este
grupo de población, las personas mayores (los viejos), y en el proceso de
cambio de las estructuras demográficas, el envejecimiento.
Al
hablar de personas mayores (los viejos) consideramos que existe un concepto de
vejez claro y que es posible definir una medida útil para decidir cuándo una
persona es mayor, o una cohorte es vieja. Esto significa el establecimiento de
un UMBRAL a partir del cual se clasifica a una persona como mayor. Pero este
umbral es controvertido.
Demógrafos,
sociólogos, economistas y políticos tratan de buscar fórmulas para definir ese
umbral y por consiguiente la relación existente entre las personas que lo
superan y el resto de la
población. El envejecimiento no es otra cosa sino el aumento
de la importancia del grupo de mayores en esa relación.
La
medición del envejecimiento tiene un uso potencialmente extraordinario en el
ámbito económico y sanitario. Tradicionalmente el envejecimiento se ha
calculado por los cambios en la proporción del conjunto de personas definidas
como mayores respecto al total de la población. El umbral arbitrario pero aceptado
ahora (y que cambiará en el futuro), para formar parte de ese conjunto es los
65 años. Ese umbral también permite relacionar al conjunto de mayores con el de
personas potencialmente activas, por ejemplo las de 20-64 años, y calcular
ratios de dependencia demográfica.
Porcentaje
de personas mayores y ratio de dependencia han copado las mediciones del
envejecimiento. Las proyecciones de población avisan de que el proceso de
envejecimiento se va a acelerar y las ratios de dependencia van a empeorar al
aumentar notablemente las personas mayores respecto a los activos potenciales.
Esta situación es un caldo de cultivo para pesimismos, alarmas, intentos de
reforma en los sistemas de protección social (gasto público) y para un debate permanente.
Algunos
autores proponen otras formas de medir la vejez, el envejecimiento y la
dependencia demográfica. Podíamos hablar de mediciones optimistas que pretenden
quitar hierro al problema del envejecimiento. No hay razón para exagerar los
desafíos del envejecimiento, si éste se mide de otras formas. En este post y en
los siguientes vamos a presentar diferentes mediciones del envejecimiento.
Edad subjetiva. Edad a la que la gente cree que se puede decir de
alguien que es una “persona mayor”
La
forma de medir el envejecimiento más popular, pero de menor trascendencia
académica, económica y financiera, es a través de lo que declara la población
sobre la vejez. El
Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas de mayo
de 2009 (estudio 2801) permite conocer la opinión de la gente sobre a qué edad
se considera a una persona como mayor o de la tercera edad. La forma en que se
construye esa opinión está condicionada por diferentes circunstancias
personales, familiares y sociales que vive el entrevistado; también puede estar
mediatizada por la referencia al umbral de los 65 años que ha sido ampliamente
difundida por los medios de comunicación. Algunas conclusiones pueden extraerse
de esta encuesta:
a)
La edad media declarada o “umbral” de la vejez en opinión de la gente se sitúa
actualmente en los 68,0 años y es por tanto más alto que la referencia habitual
de 65 años.
b)
El umbral se desplaza hacia edades superiores según avanza la edad del
entrevistado, de forma que los jóvenes suelen ver a los mayores como viejos a
edades más tempranas (Figura 1).
c)
Las mujeres, cuya esperanza de vida al nacer es superior a la de los varones en
casi seis años, retrasan el inicio de la vejez con respecto a los varones.
d)
Las personas con más estudios creen que una persona es mayor a edades más
tardías que lo que declaran las personas con menos estudios.
Si
aceptásemos esta edad media declarada, el número de personas mayores, su
porcentaje respecto al total de la población, y su ratio de dependencia
demográfica variarían sobre las referencias habituales. Habría 1,4 millones de
personas mayores menos; el porcentaje respecto a la población total bajaría más
de tres puntos, y la ratio de dependencia demográfica pasaría de 29 mayores por
cada cien personas en edad laboral (20-64 años) a sólo 24 (Tabla 1).
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