Ismael Arnaiz Markaida
Publicado
en Deia
2 de noviembre de 2014
Cada vez somos más los que formamos parte de ese colectivo
conocido como “los mayores”, y ante esta realidad es inevitable hacernos varias
pregunta: ¿qué es ser mayor en la sociedad actual? ¿Somos un colectivo
homogéneo, con iguales necesidades y capacidades? ¿Los “mayores” del siglo XXI,
somos iguales que los mayores de hace cincuenta o más años? Y por último, otra
pregunta fundamental: ¿el colectivo de personas mayores somos un problema o una
oportunidad?
Y es que, si se nos ve como miembros pasivos de la
sociedad, que no producimos pero si consumimos, como demandantes compulsivos de
los servicios de salud, o como una carga para los presupuestos del Estado, la
imagen de los mayores y del envejecimiento, será negativa.. En definitiva, nos
verán como un PROBLEMA que los gobiernos tienen la obligación de resolver, en
“beneficio del bien común”.
Y esto es peligroso, ya que, desde un punto de vista
puramente economicista, alguien podría pensar que la solución pasa por frenar o
reducir el incremento de la Esperanza de Vida, estableciendo algún tipo de
discriminación por motivos de edad en los servicios de salud, recortando más
las pensiones para que perdamos calidad de vida, y quien sabe si hasta pueden
pensar en la eutanasia.
Como ninguna de estas soluciones serían aceptables en una
sociedad moderna, democrática y respetuosa con los Derechos Humanos, la
solución que ya se propuso en 1982, en la I Asamblea Mundial sobre el
Envejecimiento, es la de crear las condiciones sociales, políticas y económicas
necesarias, para que el envejecimiento del conjunto de la sociedad pueda ser una
OPORTUNIDAD, en lugar de ser un PROBLEMA.
Por eso, en aquella primera Asamblea, y en la segunda que
se celebró en Madrid en 2002, se establecieron líneas de actuación para hacer
posible que la etapa del envejecimiento que vivimos las llamadas las Personas
Mayores, sea SALUDABLE para nosotros, y al mismo tiempo RENTABLE para el
conjunto de la Sociedad en la que envejecemos
Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
en su documento “ENVEJECIMIENTO ACTIVO UN MARCO POLÍTICO” (2001), propone un modelo,
una forma de vivir y gestionar el envejecimiento, soportado en tres pilares
básicos: SALUD, DIGNIDAD y PARTICIPACIÓN SOCIAL, teniendo en cuenta los
determinantes del envejecimiento en cada lugar y el respeto a los Principio de
Naciones Unidas a favor de las Personas Mayores (1991)
Este modelo de Envejecimiento Activo necesita de un cambio
profundo en las propias personas mayores, y en quienes tienen responsabilidades
políticas, sobre esta materia, en las Instituciones Públicas, ya que, para
promover el Envejecimiento Activo, es necesario complementar las políticas
basadas, casi exclusivamente, en la prestación de servicios a las Personas
Mayores para que estemos descansadas, distraídas y ocupemos el “tiempo libre”,
con otras políticas activas que permitan aprovechar, en beneficio del conjunto
de la sociedad, el “capital social y cultural” que poseemos, pasando del “hacer
para” al “hacer con”, de forma que las propias personas mayores participemos
activamente, y no sólo “tomemos parte” en aquello que nos ofrecen.
Por lo tanto, “los mayores” en la Sociedad actual, no somos
un PROBLEMA, sino una OPORTUNIDAD. El secreto consiste en envejecer con SALUD,
DIGNIDAD y PARTICIPACIÓN SOCIAL, o dicho de otra manera, en un envejecimiento
“saludable” para la persona que envejece y “rentable” para la sociedad en la
que envejece
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