Ciano Natalia
Mirta Gavilán
Doctora en Psicología.
Profesora Facultad de Psicología,
UNLP
La actual distribución
demográfica indica un incremento del envejecimiento poblacional en el mundo y
en nuestro país; esto genera un gran interés y preocupación en el tema, ya sea
desde los sectores que estudian las tendencias demográficas como en aquellas
personas responsables de garantizar y sostener la calidad de vida de los
Adultos Mayores (Fernández-Ballesteros, 2007; Staffolani, Orlando & Enria,
2006; Tamer, 2008). El nuevo paradigma en torno al envejecimiento y a la vejez
apunta a la plena realización de todas las dimensiones del ser humano, no sólo
a un buen estado de salud, sino a la participación social, a la realización
personal, etc. Es por ello que el término elegido para designar este nuevo
modelo es "Envejecimiento Activo". Dicho concepto fue introducido en
el Plan de Acción sobre Envejecimiento 2002. Desde la Organización Mundial de
la Salud se sostiene que si se quiere hacer del envejecimiento una experiencia
positiva, una vida más larga debe ir acompañada de oportunidades continuas de
autonomía y salud, productividad y protección. Se define al envejecimiento
activo como el "proceso por el cual se optimizan las oportunidades de
bienestar físico, social y mental durante toda la vida con el objetivo de
ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida
en la vejez" (OMS, 2002: 79). El término "activo" refiere
a una implicación continua en cuestiones sociales, económicas, espirituales,
culturales y cívicas, no sólo a la capacidad para estar físicamente activo.
Ahora bien, teniendo en
cuenta estos lineamientos y el aumento de la expectativa de vida surgen los
siguientes interrogantes ¿Cómo elaboran los nuevos proyectos los adultos
mayores?, ¿cómo se utiliza el tiempo libre, luego del retiro laboral?,
¿qué tipo de preparación u orientación se le ofrece al jubilable, o a quienes
no han circulado por el sistema educativo y/o laboral, para elaborar nuevos
proyectos?
Debido a la carencia en
nuestro país de políticas de orientación para el retiro o para la generación de
nuevos emprendimientos se instala como problema a investigar cómo resuelven la
elaboración de nuevos proyectos los adultos mayores que han pertenecido al
sistema formal de trabajo y aquellos que se han mantenido fuera de él.
Al haberse extendido la
esperanza de vida, restan muchos años luego de la jubilación en los que se
dispone de mayor tiempo libre. Sin embargo, debido a la pérdida de un proyecto
laboral, que seguramente ha abarcado gran parte de la vida, se producen
reorganizaciones en la constitución de la identidad personal y ocupacional, lo
cual requiere elaborar cuestiones relacionadas con la pérdida de un lugar
social de pertenencia, del ámbito socializador del trabajo y fundamentalmente
la posibilidad de elaborar nuevos proyectos. Aisenson plantea que "la
manera en que el individuo sobrelleve esta etapa del ciclo de vida dependerá de
la identidad que logró constituir y del apoyo social recibido (...) así como de
las posibilidades de construir y redefinir proyectos, a partir de la
visualización de los propios recursos y la movilización de estrategias que
permitan ponerlos en marcha" (Aisenson, 2002:113).
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