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Está extendida la convicción de que las generaciones
más jóvenes por primera vez vivirán peor que sus progenitores. En 1917, al
menos en la Europa de la I Guerra Mundial, toda una generación quedaba diezmada
entre las trincheras y los frentes de guerra. Hoy, cien años más tarde, las
nuevas generaciones, son hijos e hijas de sistemas calificados como
democráticos, y cuentan con derechos, no sólo civiles y políticos, sino en
muchos casos, económicos y sociales. Sin embargo, parece que el presente
destila tristeza y, el futuro, se muestra incierto. Los numerosos hechos y
actos que consideramos injustos y generadores de sufrimiento, así como la
sobreexposición mediática de algunos de ellos (no de todos), nos ubican ante un
contexto muy convulso.
Cinco procesos generadores de sufrimiento injusto:
·
Crisis
económicas: Por primera vez en décadas, el epicentro de la crisis económica se
ubicaba en las economías de norte. Muchas de las personas que no vieron venir
aquella crisis, dicen hoy que lo peor ha pasado. Los datos de desempleo y la
precarización laboral, entre otros datos, nos dicen lo contrario. Son muchas
las personas que han visto reducidas significativamente sus condiciones de
vida. Una gran mayoría ha visto en su propia familia las consecuencias de la
crisis. Nada indica que los errores se hayan corregido. No son pocas las voces
que consideran que debe ser el mercado y no el Estado y sus políticas públicas,
el que debe regular la economía. Un mercado que no entiende de necesidades humanas, sino de demanda de bienes y servicios. Un
mercado que deja bienes comoel empleo o la vivienda en manos de su lógica de
oferta y demanda. Un mercado para el que la protección social se ha convertido
en chivo expiatorio de la crisis.
·
Guerras
y terrorismos: La violencia para usos políticos y económicos ha sido
protagonista también de los primeros años del siglo XXI. Los frentes de guerra
en gran medida han dejado paso a guerras de menor intensidad, pero en las que
la población civil es la victima por excelencia.
A ello
se le ha unido el denominado “terrorismo internacional”. Un fenómeno que se ha
instalado en el imaginario colectivo, con los diversos asesinatos masivos,
atentados o actos individuales, que en nombre de causas concebidas como
superiores a la dignidad humana, han
acabado con la vida de miles de personas y extendido un arma muy peligrosa: el
miedo. No son objetivamente los países europeos lo más afectados por este
fenómeno, pero es evidente que hoy Europa vive atemorizada, incluso de puertas
hacia dentro.
·
Personas
refugiadas: Los conflictos olvidados, asícomo la continuidad de guerras con
mayor seguimiento mediático, como es el caso del de Siria, han generado un
aumento alarmante del número de personas que huyen de la guerra. Durante
décadas, eran muchas las personas que se veían desplazadas en sus propios
países, o que incluso debían refugiarse en otros. La novedad ha sido que hoy
Europa está en primera fila de tan triste espectáculo. El mar Mediterráneo, se ha
convertido en una trampa mortal para miles de hombres, mujeres y niños porque,
hablando con honestidad, una gran parte de la clase política comunitaria ha
decidido que la Unión Europea cierre sus puertas y olvide, no sólo su pasado
como población refugiada, sino también uno de sus principales valores: la
defensa de la dignidad de las personas.
·
Medio
ambiente: Un día tras otro, podemos conocer las consecuencias que el mal trato
al que la humanidad viene sometiendo al planeta, estáproduciendo. El
calentamiento global, el aumento de los desastres naturales, la deforestación,
la reducción de la diversidad animal...se han convertido en noticias ordinarias
cuyo mensaje deberíamos tomar como claramente alarmante. Por si ello fuera
poco, no sólo estamos sufriendo ya las consecuencias de este proceso, sino que
además estamos hipotecando, claramente, el futuro de las próximas generaciones.
·
Desigualdad
entre mujeres y hombres: Son muchos y grandes los avances que se han producido
en el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Sin embargo, salta a la
vista que la desigualdad, persiste. En muchos países esa desigualdad se
presenta en sus formas más extremas: desigual o inexistente acceso a la
educación o la salud, uso de las violaciones y agresiones hacia ellas como
parte de la táctica de la guerra; o en una mayor tasa de empobrecimiento. En
nuestro entorno, la violencia de género es su parte más visible aunque la
desigualdad toma formas menos impactantes, pero no por ello menos denunciables
como: la discriminación salarial; la sobrecarga de todo lo relacionado con los
cuidados; el trato que los medios de comunicación hace en general de todo lo
relacionado con las mujeres...
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