Publicado en revista "DON BOSCO
"
antiguos alumnos y alumnas salesianos
Baracaldo
Por Ismael Arnaiz Markaida
Seguramente que todos, alguna vez, les
hemos dicho a nuestros hijos cuando eran pequeños que “con las cosas de comer no se juega”. Pero es que ahora se lo
tenemos que decir a nuestros gobernantes, y no es porque sean, precisamente,
niños, aunque muchas veces se comporten como tales, pero me atrevería a
asegurar que algún lector o lectora dirá que sí son como niños, pero como niños
malos.
Y es que me producen una gran tristeza
las noticias de la cantidad de personas, y mucho más si son niños, que, en
nuestro país, en pleno siglo XXI, están pasando hambre. Que no tienen asegurada
la dieta alimenticia mínima para un mantenimiento y desarrollo adecuado de la
salud.
Y eso es responsabilidad de nuestros
gobernantes, de esos que, como decía antes, se comportan como niños malos, y
juegan con las cosas de comer, y transmiten la idea de que el problema se
resuelve con las masivas recogidas de alimentos que se hacen en determinadas
fechas del año.
Campañas promovidas y desarrolladas, de
forma ejemplar y solidaria, por organizaciones como el Banco de Alimentos (por
cierto, llamarle “banco” a esto, tiene su guasa), gestionados mayoritariamente
por personas mayores, y que, paradójicamente nació para evitar el despilfarro
de alimentos en un periodo de bonanza económica y que ha sabido dar un giro a
sus objetivos, y servir para cubrir las deficiencias alimenticias de infinidad
de familias. Y estos, los del Banco de Alimentos, son los que no juegan con las
cosas de comer, pues se lo toman muy en serio.
En cambio
nuestros gobernantes están a otras cosas, y no me gustaría darles ideas, pero
al ver las colas en los Bancos de Alimentos para recibir comida, me he acordado
de las colas que, entre 1939 y 1952, hacíamos la mayor parte de los españoles
en las tiendas de comestibles, con la Cartilla de Racionamiento en la mano,
para comprar lo que la
Comisaría General de Abastecimientos y Transportes tenían a
bien concedernos.
Esperemos que llegue pronto un nuevo 15
de junio de 1952, fecha en la que se eliminó el Racionamiento de Alimentos y
su carismática Cartilla con los
preciados “cupones”, y que las buenas personas que gestionen el Banco de
Alimentos se puedan dedicar a otras cosas. Eso querrá decir, tal vez, que
nuestros gobernantes han dejado de jugar con las cosas de comer, y se comportan
como niños buenos.
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