domingo, 14 de diciembre de 2014

Con las “cosas de comer” no se juega



Publicado en revista "DON BOSCO "
 antiguos alumnos y alumnas salesianos Baracaldo
Por Ismael Arnaiz Markaida

Seguramente que todos, alguna vez, les hemos dicho a nuestros hijos cuando eran pequeños que “con las cosas de comer no se juega”. Pero es que ahora se lo tenemos que decir a nuestros gobernantes, y no es porque sean, precisamente, niños, aunque muchas veces se comporten como tales, pero me atrevería a asegurar que algún lector o lectora dirá que sí son como niños, pero como niños malos.

Y es que me producen una gran tristeza las noticias de la cantidad de personas, y mucho más si son niños, que, en nuestro país, en pleno siglo XXI, están pasando hambre. Que no tienen asegurada la dieta alimenticia mínima para un mantenimiento y desarrollo adecuado de la salud.

Y eso es responsabilidad de nuestros gobernantes, de esos que, como decía antes, se comportan como niños malos, y juegan con las cosas de comer, y transmiten la idea de que el problema se resuelve con las masivas recogidas de alimentos que se hacen en determinadas fechas del año.

Campañas promovidas y desarrolladas, de forma ejemplar y solidaria, por organizaciones como el Banco de Alimentos (por cierto, llamarle “banco” a esto, tiene su guasa), gestionados mayoritariamente por personas mayores, y que, paradójicamente nació para evitar el despilfarro de alimentos en un periodo de bonanza económica y que ha sabido dar un giro a sus objetivos, y servir para cubrir las deficiencias alimenticias de infinidad de familias. Y estos, los del Banco de Alimentos, son los que no juegan con las cosas de comer, pues se lo toman muy en serio.

 
En cambio nuestros gobernantes están a otras cosas, y no me gustaría darles ideas, pero al ver las colas en los Bancos de Alimentos para recibir comida, me he acordado de las colas que, entre 1939 y 1952, hacíamos la mayor parte de los españoles en las tiendas de comestibles, con la Cartilla de Racionamiento en la mano, para comprar lo que la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes tenían a bien concedernos.


Esperemos que llegue pronto un nuevo 15 de junio de 1952, fecha en la que se eliminó el Racionamiento de Alimentos y su  carismática Cartilla con los preciados “cupones”, y que las buenas personas que gestionen el Banco de Alimentos se puedan dedicar a otras cosas. Eso querrá decir, tal vez, que nuestros gobernantes han dejado de jugar con las cosas de comer, y se comportan como niños buenos.

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